miraba por la ventana hacía años y años. siempre le buscaba, era como ver que la muerte no existía para la gente buena... era una mujer de lentes gruesos que cada tarde se sentaba al borde de la ventana y miraba los autos, gente, perros, calles, luces, etc, pasar por sus ojos... y cuando salía a la calle, la saludaba y ella me devolvía el saludo con una abierta sonrisa... era un buena anciana, y ahora, que no la veo mas, tengo el sentimiento que ya no está mas con nosotros...
subo las escaleras del edificio en donde vive y siempre dudo en tocar su puerta. jamás lo he hecho. esto lo he hecho varias veces durante un par de meses... pero, he visto un cartel en la ventana de su casa: SE VENDE, y un escalofrío me inunda totalmente. la muerte. la muerte existe. me miro al espejo y siento que también, una noche será mi última noche, o quizá suceda durante el día, así como cuando nací, tal como mi madre me contaba...
he visitado a mi madre y la he visto más delgada que nunca. le he preguntado qué le pasa. ella me dice que está mal del estómago, o de los nervios, o por culpa mía que nunca o muy poco la vengo a visitar... empieza a renegar y a decir cosas que duelen el alma... calló porque no es saludable para el alma contradecir a la gente que quiero... me pregunto si moriré pronto, si todo este instante es lo único que tengo, como si estuviera condenado desde que tengo conciencia... ¿habré mordido al manzana de Adán? el castigo de saber o temer tanto me ahoga el corazón... es mucho dolor.
salgo de la casa de mi madre y veo sus ojos brillantes y su cuerpecillo delicado y arrugado... recuerdo su belleza de joven y siento que no debo pensar tantas cosas tristes...
ya en la calle, siento que debo realizar algo mas que lo mismo de todos los días... ¿quieres ser feliz?, escucho una voz a mi costado. es una mujer vestida, mejor dicho, escondida tras un vestido de mujer, pero siento que es un ser oscuro que anhela robar mi tesoro, mi tiempo, mi libertad... no, le respondo y sigo caminando... ella me sigue hasta estar a mi costado. qué desea, le pregunto. ella me mira a los ojos y de sus labios salen palabras que no logro escuchar ni entender, pero que repite y repite, y mientras más lo hace, sus ojos se encienden como antorchas, brillantes y sus labios se abren mas y mas, soltando una sufrida y anémica sonrisa de paz... sonrío y luego, continúo mi camino... ella ya ha vaciado su dolor o su compromiso para la eternidad...
miro mi auto y subo. lo arranco y voy de vuelta al trabajo... los recuerdos florecen en una tarde llena de luz natural... soy testigo de la muerte diaria de un día mas... y, siento que soy muy feliz... recuerdo las preguntas de un amigo, acerca de quién soy yo... mi respuesta fue de que no lo sé, pero que estoy en ello... el siguió hablando y yo tan solo no podía escuchar nada más que el sonido de la noche, los recuerdos mas bellos del día y el aroma de un amor imposible... seguí manejando hasta llegar a mi centro laboral... entré y no había nadie mas que toda la soledad de mi vida... sonreí, y esta vez, escuché sonidos bellos y sutiles del sonido de una mosca, de una puerta oxidada, del eco de unos pasos muy lejanos en el tiempo... busqué una banca, me senté y cerré las puertas del mundo exterior, escuché muchas cosas bellas y no tan bellas... pero, todo aquello, limpiaba mi alma, toda mi alma... lo bebí de a pocos, era la felicidad, era la felicidad dentro de mí...
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