Creo que podría ser profesor
de geografía
Conozco cada río del aire quieto
cada costa cada labio
cada abismo del silencio
Mis alumnos no usarían
anteojos.
Tal vez calandrias
en las manos líquidas
tal vez mirada de mordaza
Todos lloraríamos juntos
al empezar la clase.
Hoy por ejemplo
enseñaría los desiertos atroces
con esqueletos blancos
de luminosos caminantes
Allí han establecido
sus cadáveres titilantes
algunos poetas que nacieron ciegos.
Dejaríamos para nunca
los oasis
Alguien habría inventado
la palabra teléfono
Si no fuera por esta hora
en que todo el mundo duerme.
Creo de verdad que podría
ser un mal profesor
tengo todo que decir
podría asustar a mis alumnos
Dibujar en un pizarrón de lágrimas
cordilleras de besos
cordilleras con diamantes
que se quedan atrapados
en la boca
ay los volcanes
ay la nieve y la llamarada
y la lava en soledad.
Conozco este planeta de callar
con manos de viento
con garganta tormentosa
con huracanes de cuadernos.
Les aconsejo que no se inscriban
en mi curso
Podrían hacerse adeptos
a la poesía
y en alguna última página
a un primer suicidio.
JORGE LEMOINE Y BOSSHARDT
Texto agregado el 10-02-2010, y leído por 103
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Lectores Opinan
10-02-2010
Hay una extraña delicadeza en cada verso que revela al poema como un preludio de lo terrible. ¡Qué manera de respirar! No es una escritura que pueda dejar sólo a la mirada, pide y reclama de todos los sentidos, y despierta otros, hundidos, adentrados. Este es un poema que no se goza, se sufre, se padece, pero todo sucede de manera incluso dócil, como una muerte anhelada. Admiro a este tipo de poetas. Te admiro. Omeros
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