Lunes, 21 de junio

Querida amiga cuentera:


¿Qué tal se portó el domingo, Meci? En cualquier caso, el lunes será siempre mejor y con la semana irá avanzando la mejoría.

Aquí el día sigue igual de entretenido que el tiempo: ora llueve, ora truena, y el sol se ha puesto travieso jugando a las escondidas. Y los estados de ánimo suben y bajan; bajan y suben, según va avanzando el día. ¡Mira, así uno no se aburre! y el humor va poniendo la sonrisa, y después la risa, y más tarde se estira bien, para no arrugarse. Es como los años, que son muy sabios. Con ellos uno va perdiendo vista y así cuando te miras al espejo, pues te encuentras estupenda (siempre que no te pongas las gafas, claro). Ayer escuché la mejor frase que una mujer madura se puede decir cada mañana: ¡qué bello día me espera!

Y así empecé, pero después me puse a jugar con el tiempo y ¡zas! que ya no controlaba ni la mañana ni la tarde, pero me puse a escribirte y salió el sol, dejando en el cielo un clarito azulito, pequeñito, (como el lobito de nuestra página, que tiene también en sus recursos “nubarrones”, pues así estaba el cielo). Y me acordé de tu “Tonada de Amor”, que escribiste con Sendero, y de las petunias y los helechos, que deben de andar mustios con tus dolores y también de Pacorro (que ya no tiene ganas ni de las jugosas lechugas que le caen con las estrellas de los cuenteros amigos).

Y es que la poesía, Meci, la poesía canta, oxigena la palabra, dejando a los sentimientos expresarse con profundidad y libertad, no es la trivialidad de los adjetivos, “la poesía no está en las manos, sino en el entendimiento”. Don Antonio Machado recomendaba a los poetas:

“Da doble luz a tu verso,
para leído de frente,
y al sesgo.


Para crear hay que escribir y la poesía ensancha el pensamiento y engrandece el sentimiento, todo ello dentro de las limitaciones del lenguaje, de ahí el milagro poético. No quisiera dejar esta visita sin acercarte a las palabras de mi admirada María Zambrano, quien en su discurso, con motivo del Premio Cervantes, escribió:

“… Y las horas según vienen del alba, van ganando tiempo. El alba se diría que no lo tiene; que ese su alborear no se lleva tiempo, no lo gasta ni lo consume; que es su aparición, que, tratándose del tiempo no puede darse más que así, en una especie de labilidad como de agua a punto de derramarse.”

Un beso muy fuerte y... ¡hasta mañana!


P.D.
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