Cuenta la leyenda que en un lugar del mundo una ola se sentía triste, pensaba que nunca podría alcanzar su más anhelado sueño... el Amor.
Durante mucho tiempo pensó que podía encontrar el amor en la suavidad de la espuma o en la calidez de la arena que le ofrecía la orilla; sin saber porque se sentía incompleta, sufría porque sentía que la parte más importante de si misma no estaba con ella, pensando que aún no había tenido la oportunidad de conocer el amor que tanto esperaba.
Se refugiaba en el vuelo de los pájaros, en las palabras del viento contándole sus travesías, en las pisadas sobre la arena de una pareja que había conseguido el amor, deseando que en algún lugar estuviera esperándola el cariño deseado.
Un día mirando hacia el cielo, pensando en cualquier cosa, sintió una caricia tan fría y tan cálida a la vez que la estremeció; cerrando sus ojos deseó con todas sus fuerzas que fuera una caricia de su amado. Al voltear para ver de que se trataba se dio cuenta de que a lo lejos se encontraba el océano, tan profundo y místico que despertaba su curiosidad... Se percató de que, por un instante, el océano había logrado llegar hasta ella para proporcionarle la más suave y tierna caricia. Pensó: "siempre lo tuve al frente de mi y nunca lo había visto antes".
Al ver como se alejaba, sintió como su corazón latía con fuerza, latía de alegría porque sabía que había encontrado el amor, pero también latía de tristeza al saberlo cada vez más lejos. Pensó en como podía llegar hasta él si había una inmensa playa que los separaba... Pasaba días y noches enteras pensando en una manera de acortar la distancia.
Luego de muchos días, cuando se encontraba tratando de preguntarle al viento (que llega a cualquier sitio) como podía acercarse a su amado, notó que éste, entre sus partículas, traía trozos de ese océano que tanto amaba. La playa en su vaivén, era la onda transmitida por el océano en el palpitar de su corazón, palpitar que le recordaba una y otra vez que el también la amaba. El sol, que todo lo ve, le traía mensajes que el océano dejaba escapar entre sus suspiros. Era tanto el amor que la invadía que decidió preguntarle a Dios porque su amado no estaba a su alcance...
Dios al oírla le respondió : " Hay algo que has pasado por alto... Tú te originas del latido del corazón de ese amor que tanto anhelas, formas parte de él así como él forma parte de ti, son el uno del otro, sus corazones son uno solo, y cuando los corazones están tan unidos, el amor no necesita tocarse, se transmite con el sol, con el viento, con los pájaros, e incluso con las parejas que dejan huellas en la arena. Deja de buscar la manera de acercarte, en vez de eso, abre bien tus ojos y trata de ver las mil maneras en que te expresa su amor. La felicidad no está en la cercanía entre dos personas, la felicidad está en la capacidad de cada uno de amar con toda la intensidad, sin importar las barreras, simplemente dando todo el amor que hay en tu corazón..."
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