(Era un hermoso día soleado. La conductora de televisión Yola Polastry iba de paseo al campo con tres niños: Juanito, el más grosero; Pepita, una niña callada que quiere ser como Yola cuando grande; y Cucho, el único niño de color en el grupo. Todos iban muy contentos, ya que iban a celebrar el cumpleaños de Cucho. Se sentaron en un pequeño claro que había en el bosque).
Yola: Muy bien, espero que todos estén ansiosos por cantar "cumpleaños feliz" a nuestro querido amigo Cucho, quien, como ustedes ya saben, es un pobre niño que vive en un orfanatorio y que ha sido llamado a participar en mi grupo de niños de mi programa "Hola Yola".
Pepita: ¡Por supuesto, Yola!
Juanito: ¡No! ¡A ese negro infeliz no!
(Todos se impactan).
Yola: Juanito, te he dicho una y otra vez que no seas así con tus amigos, o si persistes me veré en la obligación de sacarte de mi grupo y mandarte a tu casa. ¿Entendido?
Juanito: Ok, Yola.
Cucho (tambaleándose): Yola, yo...
Yola: ¿Que te ocurre, Cuchito?
Cucho: Tengo unas ganas tan grandes de orinar...
Yola: ¡Pues ve, rápido!
(Mientras Cucho busca un sitio para orinar, se oyen ruidos extraños en los arbustos alrededor de nuestros amigos).
Pepita (jalándose las trenzas): ¡Qué es eso!
Yola: Dicen que en este bosque hay un pueblo de conejos, ¡pero son sólo leyendas!
Juanito: ¡Ojalá se coman a ese tal Cucho!
Yola y Pepita (a coro): ¡Cállate, Juan!
(Luego, Cucho vuelve muy sorprendido).
Yola: ¿Qué te pasa, Cucho?
Cucho: ¡V-vengan! ¡P-por aquí!
(Siguen a Cucho hacia una extraña caverna que al paracer por dentro es más grande que por fuera).
Pepita: ¡Tengo miedo!
Juanito: ¡Es solo una vieja caverna, Josefa! ¡Qué animal tan peligroso vive aquí! ¡Ja!
Cucho: ¡Que horror! ¡Más encima en mi cumpleaños!
Yola: Tranquilos, mis niños, nada podría salir mal... ¿Ah?
(Dentro de la caverna había un verdadero paraíso, poblado por cientos de conejos de diversos colores y tamaños).
Cucho: ¡Las leyendas son... ciertas!
Juanito: ¡Claro que son ciertas! ¡Qué esperabas, menso!
(Se acercan a ellos tres conejos blancos).
Yola: ¿Qué querrán esos conejos?
Pelusa: ¡Bienvenidos a la ciudad perdida de Conejópolis! ¿En qué los puedo ayudar?
Pepita (asustada): ¡Esos conejos... hablan!
Yola: No se asusten, amigos. ¿Quíenes son ustedes?
Pelusa: Somos los líderes de esta ciudad llamada Conejópolis. Yo soy Pelusa, él es Algodoncito y este otro es Dulce de Miel. ¿Y ustedes quienes son?
Yola: Somos un grupo de amigos que vinimos de paseo al bosque. Yo soy Yolanda y ellos son Juan, Josefa y Agustín.
Algodoncito: ¡Que bueno que hayan venido! ¡Nuestro pueblo no ha tenido visitas de los humanos desde hace 30 años!
Dulce de Miel: Vengan con nosotros, los llevaremos a dar un paseo por nuestra ciudad. ¡Vamos!
(Nuestros amigos siguen al pequeño grupo de conejos. Se detienen frente a una gran madriguera).
Algodoncito: Este es nuestro hogar, al cual llamamos "Ayuntamiento". Fue construida luego de la "Gran Catástrofe".
Yola: ¿Gran catástrofe dices?
Cucho: Esto no me da buena espina...
Pelusa: ¡Mejor no hablemos de esto! ¡Sigamos paseando!
Dulce de Miel: Oye, Pelusa, ¿es idea mía o la señorita Yola, como le dicen los niños, tuvo un romance con un líder político?
Algodoncito: ¡Cállate, nos puede oír!
(Luego siguen caminando y llegan a una pequeña casa)
Pepita: ¡Qué linda la casita! ¡Igual a la mía!
Juanito: ¡Callate, Josefa, niñita de mamá!
Yola: Tranquilo, Juanito, eres demasiado alterado.
Dulce de Miel: Este es nuestro restaurante. Aquí se preparan las mejores comidas hechas a base de ramas y hojas silvestres. ¿Desean probar?
(Los cuatro amigos se asquearon mucho).
Yola: No, gracias.
Cucho: ¡Puaj!
(Siguen recorriendo la ciudad de los conejos, donde hay parques públicos, hermosos campos de atletismo donde compiten por cuál conejo es más rápido, unos campos eriazos sembrados de unas extrañas bolitas cafés malolientes, entre otras cosas, hasta llegar a una zona muy desoladora).
Juanito: ¡Que diantres es eso!
Yola: ¡Oh!
Pepita: ¡Buahhhh!
(Los conejos contemplan la escena y se ponen a llorar amargamente).
Yola: ¿Qué ocurre, amigos?
Pelusa: Este, este es...
Algodoncito: Es el causante de...
Dulce de Miel: ¡La "Gran Catástrofe"!
Cucho: Pero, ¿qué ocurrió aquí?
Algodoncito: Se nos hace dificil contarlo, pero, ¡Ese misil destruido que ven aquí es el causante de nuestras desgracias.
Pelusa: Verán, durante un periodo que los hombres llaman "Segunda Guerra Mundial", la humanidad luchaba entre sí sin importarles si causaban destrucción o no, así que ellos enviaron este misil radiactivo con destino a Lima con el objetivo de declararle la guerra al Perú, pero este misil se desvió y...
Yola: ¿Y qué?
Dulce de Miel: Cayó sobre nuestro bosque, irradiando a todos los conejos que aquí vivimos. Es por eso que somos inteligentes, hablamos, construimos nuestras casas, tenemos nuestra propia sociedad oculta de la ruina y la miseria humanas. Nosotros sufrimos mucho, porque los que no fueron irradiados murieron volados por aquella bomba, que acabó con más de la mitad de la población de conejos del bosque. Despues los sobrevivientes emigramos a esta caverna para rehacer nuestras vidas aquí. Esa es nuestra triste historia.
Yola (con lágrimas en los ojos): Eso es muy impresionante. Es un claro ejemplo de supervivencia de una especie que estuvo al borde de la extinción y que adquirió gran parte de la cualidades humanas. ¿Díganme, no les parece benéfico esto?
Algodoncito: Al principo no, pues nos sentíamos extraños y pensábamos por qué no tuvimos que morirnos como nuestros hermanos. Con el sólo hecho de pensar nos sentíamos raros, puesto que, como ustedes ya saben, las especies animales no piensan.
Juanito: ¡Hasta a mí me dan ganas de llorar!
Pepita: ¡Por qué a ustedes, que son tan lindos!
Cucho: ¡Hoy es mi cumpleaños, y en vez de sentirme alegre, me siento destruido de sólo pensar en la maldad de los hombres!
Pelusa: Así es la vida, amigos míos, qué le vamos a hacer, la humanidad se destruye a si misma y de paso destruye la flora y la fauna local. A proposito, Cucho, ¿dijiste cumpleaños?
Cucho: ¡Sí! ¿Por qué lo preguntas?
Pelusa: Porque en Conejópolis somos los mejores organizadores de fiestas. Nosotros tres, Yola y tus amigos, podemos hacer que este cumpleaños sea el mejor de tu vida.
Algodoncito: ¡Te lo prometemos!
Cucho: ¡Gracias amigos! ¡Los quiero a todos!
(Esa noche, durante la fiesta).
Yola: ¡Ya! ¡Véndenle los ojos a Cucho y tráiganlo!
(Llega Cucho con los ojos vendados, acompañado de sus dos amigos).
Pelusa: ¿Listos?
Todos: ¡Sí!
Yola: Bien, un, dos, tres.
(Apagan la luz).
Todos: ¡Cumpleaños feliz, te deseamos a ti, cumpleaños Augusto, que los cumplas feliz!
(Cucho apaga las velas, luego le quitan los vendajes de los ojos y encienden la luz. Todos alborozaban de alegría. Se abrazaron y besaron unos con otros y se desearon felicidad. Yola Polastry, como es cantante, logró animar la fiesta. Pelusa proveyó la torta y Dulce de Miel las velitas. Algodoncito trajo las golosinas para que cada uno sacara a su gusto. Cantaron y bailaron toda la noche, no se bebió alcohol porque éste no es conocido por los conejos. Luego llegó la triste despedida).
Yola: Bueno, creo que ha llegado el momento de irnos, amigos. El mundo no merece saber de la existencia de su pueblo, porque luego llegarán armados con escopetas y los matarán y acabarán con todo a su paso. Pepita, Cucho, Juanito, prometan no contar nada de esto a nadie.
Pepita: ¡Acepto, nadie sabrá de la existencia de Conejópolis!
Cucho: ¡Muchas gracias por la gran fiesta! ¡En muestra de gratitud no diré nada al mundo!
Juanito: ¡Gracias a ustedes aprendí que debo ser tolerante con mis amigos, aunque estos sean de color o sean animales! ¡Nadie conocerá nada de este lindo pueblo!
Todos los amigos: ¡Adiós, amigos de Conejópolis! ¡Prometemos volver a visitarlos pronto!
Todos los conejos: ¡Adiós! ¡Son los mejores humanos que he conocido!
(Luego nuestros amigos salieron del bosque en medio de la oscuridad de la noche. Encontraron el súper-coche de Yola y todos partieron y luego llegaron muy contentos, pero con mucho sueño, a la ciudad de Lima). |