Salí a comer con mi amiga Estela y como siempre, a medio plato se soltó con la misma queja acompañada de lágrimas, suspiros y mocos. Que lo quiere más que nunca. Que no sabe qué hacer con las andanzas de Paco, su marido y mi amigo. Que a pesar de tantas promesas anda de nuevo con aquella desdichada. Que sus sueños cada vez se hacen más lejanos. Que qué tiene ella que no tenga mi amiga. Que cómo es posible que sean así los hombres (en plural como siempre). Que su vida es una desgracia. Que se lo ha dado todo y para qué. Que cómo es posible. Que seguro le dieron toloache o algún otro brebaje.
Guapa mi amiga Estela, el cuerpo esbelto y bello. Estrecha la cintura, firmes los senos.
Uno debe dejarlas hablar. Escucharlas atentos. Que se desahoguen. Que despepiten en plural (los hombres).
Y desde luego una copita de tinto, y otra, y otra. Y después, ¿por qué mejor no vamos a mi departamento?
Guapa mi amiga Estela