“...Cada uno da lo que recibe, y, luego recibe lo que da. Nada es más simple. No hay otra norma. Nada se pierde; todo se transforma...” Jorge Drexler, Todo se transforma.
Hay misterios arraigados en lo más oscuro de cada ser que ni golpeando constantemente y con gran fuerza se pueden llagar a penetrar. Y tú, no fuiste la excepción.
Uno mismo es origen y consecuencia de sus propios actos. En esencia eso es lo que nos define como personas y, uno siendo lo que se es, un estuche de emociones y sentimientos, un paquete de carne y hueso no distingue con certeza la diferencia de lo negro y lo brilloso. “No nos sabemos la receta de memoria. Morder anzuelos hace nuestra historia” y no por eso se deja de ser mejor persona. Y mira, yo que tiempo atrás te eché de mi vida, ¿Quién viene a abrirte su corazón?
Mirándose para dentro y pensándolo bien, tal vez el infinito no es tan inmenso, ni los caminos sean de sobremanera innumerables. Aun pese al correr de los siglos, en este espacio, en este tiempo, nos venimos a encontrar y, aun cuando nuestros senderos se han distanciado, desembocaremos por inercia perecedera en la lontananza de un mismo horizonte. Entonces, no entiendo porque en este preciso momento en que todo parece nada y la nada lo es todo, la realidad se empalma impetuosamente con la fantasía. Todo es sumamente irreal que parezco nadar en un absurdo e irremediable sueño. Sin embargo, ni el pellizco más exagerado me logra despertar, por lo que comienzo a sospechar que en sí la vida es un sueño, o bien, un absurdo. Dándome de topes frente a tu ataúd; al verte enclaustrado, aprisionado, mi realidad da un vuelco, y, tal vez, el único que sueña en estos momentos seas tú. Cierra tus ojos y sueña con la mejor realidad que a mi lado, juntos, hayamos transformado en la más profunda alegría. Mientras tanto, yo estaré atento por si en algún momento… quizá… ¿por qué no?, en algún tiempo, de una u otra forma nos volvemos a encontrar.
Hasta mañana 'pá. |