Nadie le mostró, nadie le enseño la magia que lleva el dibujo encerrada en sí mismo. Tal vez su temprana edad le hizo saber que lo importante está lejos de lo que llamamos realidad, tal vez simplemente cuando su mano trazó líneas y contornos descubrió que sobre una hoja de papel se puede construir un mundo lejos de este.
Un día quiso dejar marcada su huella de creador sobre una hoja, entonces cerró sus ojos y en su interior construyó un paisaje que nunca había conocido. En ese paisaje los colores eran profundos, y mostraban unas montañas en la que millones de flores amarillas se movían al compás de un viento azul, que a su vez agitaba unos árboles de verde claro que parecían sonreír. El cielo era de un celeste, combinado de blanco de nubes, entre las cuales unos pájaros de colores parecían derramar pintura sobre la tierra.
Cuando abrió los ojos, su mano tomó las pinturas y como si una fuerza interior la moviera empezó con delicadeza a plasmar su visión sobre la hoja. Mientras dibujaba su respiración de volvió pausada, y podía sentir el viento azul que dibujaba, y podía sentir el perfume de la flores amarillas, y sintió la sombra de los verdes árboles, mientras el techo de su habitación se había transformado en un cielo celeste con nubes.
A su tarea de dibujar acompañaba una suave música natural del canto de los pájaros, y los colores que derramaba sobre la hoja salpicaban sus manos que se trasformaron en cuadros vivos de arte. Se olvidó del tiempo que pasaba, simplemente era un viajero de la aventura de crear, era un viajero sin equipaje, sin destino; su destino estaba marcado en su creación.
Cuando terminó su obra, la miró por unos segundos y comprobó que sus sentidos hacían parte del dibujo, se dió cuenta que parte de él estaba plasmado en esa hoja. Ya nunca sería el mismo, había descubierto la magia de dibujar, y ahora sabía que le bastaba ser él mismo, para crear su universo, ese universo donde los seres de la naturaleza viven en armonía con los colores, ese universo donde él se sentía bien, en donde su corta edad encontraba la alegría de saber que sus manos podían plasmar la belleza que habita en su interior.
Ahora sus cuadros y dibujos están en los ojos de todos, pues quienes miraron sus dibujos y pinturas podían sentir la misma alegría que él, entonces decidió que siempre dibujaría si eso hacía felices a las personas. Desde entonces cada vez que puede se hace amigo de una hoja, la lleva consigo para convertirla en una alegría para él, para los demás, para todos.
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