No me encuentro, me hago pequeña… pequeña, encojo y desaparezco. Entremedias de todos estos señores con corbatas rojas, azules otras, alguna gris con puntitos, como el color de los cangrejos, entremedias y mientras tanto no me encuentro. No sé de qué hablan. Hablan y hablan y no les entiendo. Ellos tampoco me entienden a mí, pero yo no hablo y ahí puede estar el problema. Todo lo más, sonrío ampliamente, asiento con la cabeza, digo sí con todo el cuerpo y ellos creen que me entero pero no es así y apenas si me interesa. Señores de corbata y traje gris o azul marino. Señoras de colores con bonitos bolsos y tacones a juego. Pelos rizados y lisos; rubios y morenos, pantalones y faldas, camisas y blusas, camisetas, pañuelos, gafas y lentillas, maletines, zapatos, sillones, columnas, mesas de congresos, pantallas y pizarras, focos y banderas, luces y colores, paredes de madera, paneles de aislamiento, se ruega no fumar, micrófono y silencio, toses de vez en cuando, caramelos para las toses, ruido de papel de caramelo, foto del Rey al fondo, extintor, logotipo, rejillas en el techo y moqueta en el suelo. Y todos en silencio, parece que se enteran, risas a destiempo cuando el señor del medio, ¡¡sí, sí, el del micrófono!!, sentado en la tarima, en un sillón de cuero, se inclina hacia delante y mueve las manos, levanta su pluma de marca, cita leyes y reglamentos; introducción y génesis de la reforma… comentario jocoso en medio del meollo, como quien echa unas gotas de limón en un vaso de agua, o como rellenar con pasas y piñones un aburrido trozo de carne, endulzando y animando el texto, el agua, la carne, el discurso; para que el respetable no se duerma del todo y para comprobar… “si se ríen es que me atienden”… y la satisfacción de escuchar esas risas, “¡¡qué bien!!, ¡¡les interesa!!...” Cambio de postura, reacomodo en el asiento, un teléfono que suena, un señor sale apresurado contestando, comentarios que son casi susurros, miradas perdidas, encontradas otras, sonrisas en este caso,… sobre papeles plumas casi desesperadas,… y con esto concluyo, cierro. El turno de preguntas, silencio sobre silencio, miradas al reloj sin disimulo, miradas asesinas al señor de la segunda fila que ha levantado la mano y ha pedido el micrófono… Hambre de café, hambre de la otra, ganas de movernos, murmullos, gente que se levanta, señores de corbata y traje gris o azul marino, señoras de colores con bonitos bolsos y tacones a juego… y yo que no me encuentro, me hago pequeña… pequeña, encojo y desaparezco. |