Marta vivió siempre en su pequeño cuento de hadas, era una mujer con complejo de Peter Pan, que pensaba que su vida se basaba simplemente en historias de amor con fracasos inevitables.
Cada vez que le atrapaba algún corazón, ella pensaba que se había enamorado, aunque fuera un corazón de fin de semana.

Marta a veces daba miedo, era tan fácil verla reír que ver como se ahogaba en sus propias lágrimas. Conocerla era meterse en su novela de drama y locura.

Ir a su casa era meterse en el País de las Maravillas, su habitación era su pasado. Sus paredes eran fotos de todos sus corazones, de los que robó, de los que le robaron a ella.
Todas sus libretas eran cartas de amor que nunca envió, cartas de amor que nunca contestó, cartas de amor de gente que nisiquiera era capaz de recordar. Sé que era la envidia de muchas solitarias, Marta nunca estaba sola.. siempre andaba del brazo de algún hombre del que parecía estar enamorada.

Cada noche con uno distinto, cada noche un amor, una postura, un olor, un botón roto.. cada noche una nueva noche.

Yo vivía con ella, nunca hablamos. Era un piso pequeño, de paredes demasiado finas como para ocultar cualquier cosa. La oía entrar, disfrutar, reír, oía cada noche a una enamorada y aunque me molestara terriblemente que no me dejasen dormir, era inevitable no sonreír ante tanta felicidad.
Lo peor venía después, cuando él se marchaba y la dejaba allí.. notaba sus lágrimas, notaba como se lamentaba, como sufría, como se odiaba a si misma, llegué a llorar solo imaginándomela.

Nunca hablamos, excepto hoy. Le dije: Marta, pq no lo dejas?
Y ella me contestó: Pq sé que esta noche voy a volver a ser la mujer mas feliz del mundo, y la envidia de todas las solitarias.. no te preocupes por mi, las que vivimos en un cuento de hadas tenemos eso, un don para escribir nuestras propias historias. Además, es mi trabajo.

Esta noche se fue, y las malas lenguas dicen que no se fue sola. Me alegro.