20 de junio
Querida Meci:
El verano está casi a punto de anunciarse en el calendario, en este otro cono del mundo, y los días se revuelven. Hay semanas que hasta parece de nuevo que acecha el invierno. Ayer, fue un día lluvioso y fresco, anduve saliendo demasiado de casa y terminé con algún disgustillo que se reflejó en dolor de cabeza. Me acosté temprano y hoy no pude levantarme, y me perdí, hasta bien entrada la mañana, el concierto de trinos y el amanecer del domingo.
Sentada en la tarde hago balance y te escribo, más que para contarte cosas, para divagar un poco, para que juntas tratemos de cultivar la alegría y difundirla, sin ocultar por ello las fealdades y los defectos de este mundo. Para buscar la esperanza en cada molécula de oxígeno que aun circula por las aletas de nuestras narices. Para caminar un poco contigo en las horas y colgarnos del tiempo, para sentir nuestros corazones juntos, conjurando a la distancia.
Cuando abrí mi ordenador para escribirte, mi hija se puso a pintar (es pintora) aunque todavía no ha aprendido a vender su pintura. En esta vida no sirve solamente saber hacer las cosas, hay que saber venderlas. Le repito mucho esta moraleja, pero a ella no le convence mucho el tono que utilizo, y se ríe diciéndome: - claro, por eso estás siempre regalando mis cuadros-. Y termino riéndome yo también, pero de mí misma.
Después de reclamarme varias veces para opinar sobre la pintura, y del intercambio de impresiones sobre la marcha del cuadro, la dejé que siguiera con su obra y me acerqué al ventanal para dejar escapar la vista por la tarde, que ya comenzaba a despedirse y me acordé de ti. Me dije, para Meci seguro que la mañana continúa, y la mirada huyó hasta tu día, colándose por la ventana de tu habitación. Una vez sentada y acomodada, la mirada volvió a recordar ese bello texto tuyo, llamado “encuentro”. Y me dije, venga rómpele un poco el silencio a Meci, con esta retahíla de palabras. Y aquí estoy, contenta de la visita, en la seguridad de que juntas, ayudadas por todos los cuenteros, vamos a ser capaces de confabular a todos los demonios, para que te desaparezcan esos dolores que te consumen, y se vayan envueltos en ese fuego del demonio directamente al infierno!
Ahora tengo que dejarte, para retomar un trabajo que tengo atrasado y que debo de entregar mañana, sin falta, y sin ganas también, pero hay que hacerlo.
Mañana te enviaré otra misiva, con otras impresiones y..¿por qué no? con alguna ensalada también de divagaciones. Bueno, ya veo que el domingo tu habitación se llena de amistad y familia, para que así la noche sea haga sueño, y puedas descansar tranquila y escaparte a los cuentos. Recibe, con mi cariño, un beso muy fuerte de tu amiga cuentera.
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