El silencio de un sueño.
En ocasiones los acontecimientos de la vida te hacen manifestarte en plenitud, de cierto modo, como tú crees ser. Pero hay algo que siempre parece ocultarte de los ojos del resto, y de los tuyos propios.
En la oscuridad, en ese silencio frío y distante que esconde la nada, los más ocultos secretos se manifiestan, como en un atormentado filme pasan por la vista de ti; cual espectador atónito, extasiado...excitado, por tantos silencios comprimidos que no llegan a tu boca, a tu consciente, que jamás pensante llegar a reconocer. De cierto modo, se manifiesta eso que anhelas, pero que negaste un día volver a desear, porque te hiere a ti, y al resto.
Pero no puedes negar que es un deleite poder observar, en ocasiones, hasta participar, en aquellos acontecimientos, palabras, pensamientos que parecían olvidados, que reprimiste, que escondiste en aquél rincón más seguro de tu mente.
Sin embargo, de nuevo, estas ahora viéndolos y participando en ellos, lo que te provoca placer, pero a la vez un inexplicable temor, un temor que asfixia y que hace que tu cuerpo se traspase de un cálido placer a un frío terror.
Pero a qué temes. Temes a ser traicionado, a ser traicionado por tus pensamientos, a que eso que creíste olvidado te vuelva a tocar, y te haga presa de tus propios y negados deseos. Afortunadamente, la noche termina. La oscura niebla en la que se ambientaban esos pensamientos oprimidos transformados en hechos se desvanece, sin piedad; se acabo. Más tranquilo ahora miras a tu alrededor, al parecer el jueguito onírico de tu inconsciente no ha dejado mayores rastros.
Sin duda, agradeces que el sueño haya acabado, pero no puedes entender el vacío que te deja, el recuerdo de la ambivalencia que te produjo aquella secreta y oscura traición, tu propia traición. |