No miraré cabizbaja
Los límites de mi deseo,
Las somnolencias de un
Recuerdo que se pierde
En anatemas de pánico,

No escoltarás
Superpuestas las panaceas
De un olvido innominado
Ni las marañas
De una mentira de
Cuerpo angulado,

Habrás de observar entre
La niebla como se esconde
De mi voz la perpleja
Fluorescencia de una planta
De camelias,

Ordeñaré las palmas
De la ortopédica miseria
Y lavaré con mi sangre la
Sonrosada malicia
De aquellos labios
Amarillos.

Recuerdame, cuando
Sea el día del fin,
Cuando lluevan caricias
Desde la nave del cielo
Despejado de abrazos,

No dejes que la luna se cohiba
Con tus ojos, ni
Que los acueductos perdidos
Se deslicen tras tu paso,

No dejes que ermitaña
La sonrisa se te pierda, ni las
Manos en necrofaga pestilencia
Se escondan de la muerte
Para hacerla su reticencia
De pecados escualidos,

Olvidate de mi cuando
Florezcan en invierno
Las mentiras de un arbusto
Que desmedido se descuelga de
Las ramas de un ensueño,

Soñaré contigo y veré
En mis sueños que las
Llagas que me hiciste
Solo forman parte
De un húmedo recuerdo.