La noche luminosa se aproxima
y nuestros cuerpos sonrientes se posan
sobre una nube de madera y de sábanas,
la ternura contempla nuestros ojos tristes
que se cierran impúdicamente
ante la presencia de la luz.

Pero soñamos,
pero todavía podemos vernos
y aunque la oscuridad arremete
y mis intestinos sufren
la fulgurante alabanza me trasforma.

He de rezarte bajo las sombras
he de mirarte por entre sueños
he de entender la locura de mi sangre
cabalgando por mi sexo
enamorado y triste, orgulloso
de su porte, avergonzado de su estirpe,
y al hálito de luz resplandeciente
seduciendo a la ventana.

La noche luminosa se aproxima
y los cadáveres tristes que poblan tu vientre
se despiden de fantasmas
y mi cuerpo y mis alas,
mi mente y mi corazón escarlata,
ocupan vacíos, precipicios,
fiestas animales que antaño
hubiésemos odiado como al frió
que enmudece los labios y no permite besar