TEOREMA

A ama a B, y éste ama a C. Pero ésta ama a A. Un posible triángulo cuyos extremos se encuentran aislados. Cuando A intenta acercarse a B, lo encuentra distante, alejado, buscando infructuosamente un contacto con C. Pero ésta arde en deseos de conocer a A, que no tiene demasiado interés en ello. C percibe que el flujo de anhelos es inoperante, y que así sólo lograrán frustrarse. Aparece D quien intuye que la solución pasa por dejarse amar. Que la satisfacción personal llegará luego, de la mano de una sensación general de gentileza recíproca. Habla con C, y la convence de ello.

Entonces, C facilita a B el contacto con ella, siempre y cuando él haga lo mismo con A. Cuando ésta logra acercarse a B, se ablanda, se relaja, y permite a su vez que C entre en relación con ella. Para A, cuyo enajenamiento logra canalizar a medias con B, no resulta difícil aceptar ser el vehículo de los deseos de C. Y a ésta, aceptar a B sólo la compensa el amor creciente que siente por A. Y B ama a C apasionada y ciegamente, y se deja amar por A sólo por compromiso. No hay ni habrá reciprocidad.

Con el tiempo, la falta de correspondencia de B hace que A se incline hacia C, atraída por la manera con que es tratada por ésta. Comienza entonces a revertirse el flujo empático, y B nota que va quedando paulatinamente aislado. La incandescencia del triángulo se produce solamente en el lado que une los ángulos A y C.

Cuando A considera a B prescindible, C le corta el contacto, y éste se retira. Despechado, desaparece. A y C han encontrado la felicidad mutua. Llega entonces D para celebrarlas. Ama a ambas por igual. Lo hace desde un buen tiempo atrás. Sólo B lo mantenía alejado. Cuando ellas lo perciben, disfrutan de la novedad. Son libres para amarse entre ellas, y también hacerlo a través de él. El contacto con D les permite acercarse a través de un círculo más amplio, más completo.

El triángulo brilla ahora desde todos sus lados, con raudales de fosforescencia. Los tres ángulos, de perfectos sesenta grados cada uno, reciben y entregan en ese perímetro de sueños crepusculares y colores preternaturales, todas y cada una de las sensaciones posibles.

A ama a C tanto como ésta la ama a ella. Y D las ama por igual, tanto como ambas lo aman a él.