Querida Angy.
No sé cómo decirte esto, pero no me gustas.
Creo haberme dado cuenta de esto esa noche cuando comias enchilada y te vi pateando a mi mejor amigo.
Estoy segura de que eres lo suficientemente masoquista como para entender que Papá Noel no existe.
Voy a devolverte tu anillo y tu piedra domesticada, pero seguiré guardando tu carta de suicidio como recuerdo.
También deberias saber que hoy me confesaré sobre tu apasionado interés por los ratones.
Púdrete en el infierno, Nessa.