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Izharwik usó ambas manos para levantar la espada, miró de frente al primer sol del amanecer, sus ojos desafiaron a aquella estrella y atravesó su propio cuerpo con el arma de su maestro, la poderosa espada destrozó al joven demonio, que con su ultimo aliento dio un paso al frente para caer al abismo…las rocas completaron el trabajo…la esperanza de Oprahis ha muerto…
(VIENE DEL RELATO ANTERIOR)
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Luego de eso, siglos cubrieron el alma del joven aprendiz, el olvido fue casi eterno, hasta que los poderes del joven aprendiz despertaron en el mas allá…
También fue tentado por “aquel”, el mismo que resucitó al tercer día y que provocó la guerra eterna en el infinito, “aquel” que cerró las puertas del paraíso para justificar la guerra, “aquel” que no perdonó a quien le hizo saber sus errores… “aquel” que se cree Dios perfecto y dueño de la verdad.
Y aquel lo tentó, -Tienes la espada de Aakthon, aprendiste de el, y defendiste su sepultura en Oprahis, serás un digno general para defender el cierre de las puertas del paraíso…
Pero Izharwik respondió, - ¡Tal vez el maligno eres tu!, que cerraste las puertas divinas, tengo la espada de mi maestro y con esa espada abriré las puertas de tu reino, ¡nuestro reino!, el reino del cual nos excluiste quemando arbitrariamente nuestras alas de Ángeles tan solo por pensar distinto… recuerda que tu ejercito se compone de los cobardes que quisieron conservar la comodidad de las alas, pero los que somos llamados por ti “demonios”, tenemos la valentía de de admitir lo que somos y mirarte a la cara…
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