El viento hace escarnio de mis lágrimas,
lágrimas que tiritan lamiendo la ingle de un llanto,
viento que zozobra la extrapolación
con un poco de mar y un poco de albero.

Un chorreo de sangre hace jirones la distocia de sueños
que estallan en la eterna herida de la huída.

( Despacio como un suspiro)

La encarcelación de mi garganta,
después de exiliarle a la pérdida de razón,
con el cuerpo como un lamento enterrado en fracasos
y el alma arrinconada por su propia autopsia.

Ahora muerden mis labios desencantados los versos doloridos,
los siento hendidos en mis carnes,
ahogandose mi lengua por el trago de aquella llama agonizante.

Mientras el quejido de un corazón,
al ser degollado por el rocío escarchado,
observa como mi esencia resentida por un sueño
sobresalta a la noche.