En el altar de tímidas pulsiones del edén terrenal de mis amores pongo todos los rezos y las flores del jardín vesperal de mis pasiones. Soñando con las arduas convulsiones de tu vagina tibia y sus ardores en medio de gemidos y temblores eyaculo y libero mis tensiones. Este amor juvenil que me tortura es dolor, es deseo y es ternura y es, a la vez, lujuria que me inflama. Por culpa de este ardor tan permanente ya me encuentro lavando diariamente mis derrames nocturnos en la cama.
Texto agregado el 30-01-2010, y leído por 197 visitantes. (3 votos)