En las cumbres y navíos
mordía la amarga cáscara de tu boca,
y como racimo de resaca helada
el cruento festín de fantasmas
te arranco los dientes como si nada.
Ni un vestigio quedo en esta madrugada
ay, amor desdentado,
cucaracha y sopa en la
letrina del tiempo,
ni un vestigio
el ultimo vuelo del desdén y la aventura
ni corazón ni tela con que darle
salvo el camino de vuelta
por un callejón oscuro de Plaza Congreso
Texto agregado el 29-01-2010, y leído por 92
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