El aire misterioso de la casa de mis abuelos me hacía sumergirme en un espacio sumamente extraño, una nueva experiencia cada vez que asistía, y justo ayer tuve la última experiencia con mi abuelo y su guitarra mística, cuyo sonido te cautiva y te manda a otro mundo, tan bello o tan horroroso, depende de cómo has vivido ése día.
Eran las ocho de la mañana cuando me encontraba a la puerta de mis abuelos, toqué y salió a mi encuentro la abuela, tan alegre y risueña como siempre, y con un gran abrazo me recibió y me invitó a entrar; entré, y a lo lejos oí el bello sonido de la guitarra de mi abuelo, una melodía nueva cada vez, y pronto me vi en el cuarto del abuelo, atraído por aquella sonoridad indescriptible, tan misteriosa como el abuelo mismo.
Entré al cuarto lentamente y mi abuelo volteó y me recibió con un gran abrazo, me susurró en el oído: “¿Estás listo para otra aventura?”. Yo respondí que si y me tomó en sus brazos y me colocó en sus piernas, me cobijó con su cuerpo y guitarra, volvió a tocar la melodía y todo se torna oscuro, y al volver la luz, me vi en un trono sentado, pero sin nadie alrededor, caminé fuera de la cámara y me recibió una criatura extraña que siempre está en las aventuras de las melodías, y me dijo:
-Hola de nuevo, ya sabes lo que hay que hacer niño, busca la guitarra en esta dimensión y saldrás de este lugar, pero si no la encuentras, serás mío.
Yo sabía estas reglas, pero por algún motivo no me sentía asustado, pues sabía que el abuelo me cuidaría. Caminé bajo unas largas escalinatas y el paisaje alrededor cambió, pronto visualicé un bello lago, y a la orilla de éste, un pequeño bote, y, sin dudarlo, me embarqué hacia la cueva que estaba en el centro del lago. En camino hacia la cueva, escuché la nueva melodía del abuelo, pero pronto se volvió más agitada, hasta un punto en que no pude resistir más y apareció una bestia del agua, trató de hundirme pero ya era muy tarde, había llegado a la cueva.
La melodía volvió a su calma inicial, me adentré y me recibió una silueta negra que me dio un cuchillo, pregunté para qué y me responde: “Lo necesitarás”. Continué el camino y mí alrededor volvió a cambiar y me vi en el segundo piso de la casa de mi abuelo, en el último cuarto. Salí y una voz me llamó a la terraza, me acerqué y la puerta se abrió, a mi encuentro salió esa criatura abismal que me acecha en cada canción, diciéndome: “¿Hacia dónde vas?”, a lo cual contesté: “por la guitarra del abuelo”. Traté de irme y apareció enfrente de mí, impidiéndome bajar las escaleras y dijo: “primero hay que jugar”.
Me llevó al cuarto de enseguida y lo observé, había cambiado de nuevo, vi muchos niños sin boca, sentados en gradas, y la criatura me dijo: “Pelea conmigo”. Se me abalanzó y trató de tumbarme, pero esquivé y me vi obligado a usar el cuchillo, traté de mantenerlo en secreto, y pronto la criatura trató de tomarme con sus garras de nuevo, hice un rápido movimiento y encajé el cuchillo en su costado, ocasionando que ésta se quejara, dándome tiempo de escapar.
Bajé las escaleras y apresuré el paso para salir al jardín, el cual cambió un poco, pero solo su tamaño. Atravesé el jardín y los árboles parecían tratar de cerrarme el paso, y, de la tierra, surgieron hongos que empezaron a corromper los árboles, abriéndome paso.
Entré de nuevo a la casa, por la puerta de la sala y se me apareció la criatura, pero esta vez no me habló, solo trató de detenerme. Me moví hacia los lados y copió mis movimientos, me dirigí a la pared y vi una cuerda, volteé la mirada al techo y observé el candelabro, corté la cuerda, el candelabro cayó y la criatura esquivó, dándome tiempo para ir a la cocina.
Llegué y miré que todo era blanco en su totalidad, la puerta se cerró y apareció uno de los ayudantes de la criatura, un buitre; a mis pies apareció la guitarra de mi padre, la tomé y toqué una melodía que en otros lugares me había salvado, y, al tocar la canción, el buitre empezó a encogerse hasta que cayó al suelo, vomitando sangre. De las paredes empezó a salir sangre y una salida se abrió. Salí y me vi en una habitación al final del pasillo del cuarto del abuelo, oía su canción cada vez más cerca, pero de nuevo se cerró la entrada y me vi en un cuarto cerrado, éste empezó a girar y aparecí en una tarima frente a muchas personas; me recibieron con aplausos y la guitarra de mi padre brilló, clamaron a gritos la canción, gritando: “¡Melodía celestial!”, el nombre de la canción. Empecé a tocarla y el techo se abrió, un rayo de luz se llevó a las personas, a todas, menos a mí, pareciera que me dejaban para hacer una cosa más, pero sabía la verdad, ellos iban con el Creador.
Empecé a inquietarme y una salida se abrió, salí y la criatura me recibió, preguntándome si aún quería luchar, pues el estaba consiente de que yo conocía el destino de esas personas, pero sus palabras no me desanimaban, pues yo sabía mi paradero y era con el Creador.
Seguía vociferando palabras desalentadoras, pero seguí caminando hacia la última habitación, donde me esperaba la guitarra del abuelo para salir de ese lugar, el cual había sido espantoso.
Entré al cuarto y un último reto me quedaba, la criatura me esperaba y me atacó de nuevo, esquivé pero esta vez me quitó con una rápida maniobra mi cuchillo, traté de huir pero el cuarto parecía encogerse más y más, solo tenía una última oportunidad, tenía que tocar la canción, pero era difícil con esa criatura atacándome; intenté tocar la melodía y al oírla, empezó a gritar, al parecer la lastimaba, seguí tocando y la criatura empezó a retorcerse y a gritar ofensas hacia el Creador, yo había ganado y ésta pereció.
Caminé por un largo pasillo y a lo lejos encontré la guitarra del abuelo, la toqué y volví a la habitación. Me encontré de nuevo en los brazos del abuelo y me preguntó: “¿Qué viviste?”, y respondí: “una criatura trató de detenerme”.
-¿Y qué hiciste? –preguntó de nuevo.
-Toqué la canción que mi padre me enseñó –respondí.
-Muy bien hecho, has pasado la prueba, te enseñaré a tocar la guitarra-dijo con alegría.
-Muchas gracias abuelo –repliqué.
Ahora estoy durmiendo en la casa del abuelo, aprendiendo a tocar la guitarra, y, cuando mejore, el abuelo me dará su preciada guitarra.
Solo algo me pregunto, ¿quién era la silueta? No lo sé, pero si sé que me ayudó, y solo espero con ansias tocar un día enfrente del Creador. Dicen que es precioso, y no lo dudo, pues para eso empecé a tocar la guitarra, para agradarlo.
De algo si estoy seguro, la criatura era Satanás, tratando de enviarme al infierno y negar al Creador, pero gracias a Él (el Creador) he resistido la prueba, y pronto me veré frente a su presencia, además, también sé que mi padre y mi abuelo pasaron por la misma prueba, y apuesto que la pasaron con la misma dificultad que yo, pero ahora, después de tantos años de anhelar conocer al Creador, son hombres incomparables.
Me dormí y tuve un sueño, en el cual me encontraba frente a una luz muy fuerte, y una fuerte voz me dijo: “Aprende a tocar bien la guitarra y un día serás mi guitarrista personal, y mientras practicas, te daré un obsequio”.
Me desperté y estaba alegre, había recibido una promesa del Creador, lo cual me motivó a aprender con más ánimo.
Después de un largo día de clases con mi abuelo, recibí un paquete, al parecer de mi padre, y, al abrirlo, me llevé una gran sorpresa, ¡era una hermosa guitarra!
La tomé y pronto me dí cuenta que era lo que el Creador me había prometido, abría la funda de la guitarra y una carta estaba adentro, la tomé y leí en voz alta, pues el abuelo estaba sorprendido también, y decía:
“Querido hijo,
Dios me ha hablado en mis sueños, me dijo que te mandara esta guitarra y que te dijera que eres su creación, su hijo, y que no te dejes ganar por la fama, pues talvez muchas personas son reconocidas en todo el mundo, pero su lugar estará con esa criatura que venciste, ésa que todos debemos enfrentar un día, debemos vencerle y no dejarnos engañar por ella.
Así que, hijo, cuida tu vida, cuida tu cuerpo, tu mente, pues no son tuyos, son de Dios, el solo te los prestó en esta vida pasajera, esta vida que pronto acabará, y el resultado de esta prueba determinará si iremos con Él, o con esa criatura horrenda.
Atentamente: Tu padre”
Mi abuelo sonrió y me abrazó, y si, por fin, había conocido mi propósito en esta vida.
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