Respiras el aire de un nuevo día y el tren a medio llenar te impide esta necesidad. Cinco paradas para llegar y aun queda aire para seguir imaginando. Luces en los cristales del túnel y un relámpago de sombras que borran las huellas del reloj en la mañana…
Respiras y cuentas las miradas que escapan por las puertas del vagón cuando otras te provocan deseos de ocupar un lugar ya olvidado…
Respiras, faltándote libertad para hablar y por ello quieres agotar los intervalos que son vacío en la multitud. Casi lo consigues y al instante se anuncia un destino…
Respiras saltando por encima de los perfumes de alguien que desconoces, marchitando los segundos con un gesto a medio esbozar…
Respiras al salir del túnel notando que el sol te quema la espalda y es todo un castigo andar y respirar. Consumes las calles en desventaja, esquivando líneas torcidas en el pavimento, oliendo el menú de los olvidados…
Respiras cruzando en rojo la prisa, sabiéndote lejos del frío y al pronto, una voz te obliga a cerrar los ojos y descubrir el principio de otra semana, el inicio de un mal sueño…
Respiras y todo se rompe por dentro porque estás donde no debiste llegar. Solo aquí puedes respirar.