Fui un iluso antes al suponer que tú podrías ver a través mío. Ni tan siquiera lograste comprender la inmensa soledad en ese estío. Como siempre hallé en mí las fuerzas aquellas que brindaban resistencia y fue el cielo que dió la reverencia a la naciente fe, las esperanzas. Entré en mi casa y la alborada se reflejó en todas las instancias con esplendor del sol, su llamarada. Mi alma, del dolor emancipada, sonrió con luz y sin jactancias hasta llegar la vida en carcajadas.
Texto agregado el 26-01-2010, y leído por 266 visitantes. (7 votos)