| No quise escribirte mas cartas, todo vocablo seria febrilmente insuficiente
 aguadas por la luz de la mañana
 y la fábula del tenedor que fue el único recuerdo
 que quedo de tu padre me dijiste,
 no alcanzaban los ojos para ver
 ni los pasaportes para abordar otros territorios
 que nos sacaran de aquellas siestas.
 En la sobremesa pactada con las gotas de vino en el mantel
 dibujábamos que éramos otros y los mismos,
 pero fuimos otros y  fuimos los mismos
 y el amor era un café sin azúcar y el horror inminente
 y vos,  ya ves,
 dejabas tu pequeño infierno trabado
 en el fondo del cajón.
 Nunca sabré que pensaste de mi aquella tarde
 o si pensaste después,
 que las horas, que el trabajo, las mañanas y las voces,
 que las persecuciones habían pasado,
 ya no sabré, ya no,  si me nombraste al pasar
 como se nombra el epitafio de los muertos,
 Tanto enloquecer de amor en la borra de café y la nada,
 entonces no quise escribirte mas cartas,
 cuando jugaba a que era Calypso reteniéndote
 en la proa de esta habitación miserable,
 Y entre cigarro y cigarro
 perdimos el mapa que nos traía de regreso
 como el frío de la espina dorsal a la hora del cadalso
 Deje de escribirte cartas,
 Todo vocablo seria febrilmente insuficiente.
 
 
 |