Todos somos juguetes del destino y fichas de un azar inexorable por eso con torpeza imperdonable creemos proseguir nuestro camino. Somos como el errático marino navegando en un mar inescrutable que al llegar a la playa que le es dable sabe que el invasor no es peregrino. Somos las marionetas de un tinglado donde no hay vencedor ni derrotado con un fondo de Dante en el entorno. Nada es original ni novedoso, todo vuelve, lo cómico o glorioso en la magia del cíclico retorno.
Texto agregado el 26-01-2010, y leído por 231 visitantes. (3 votos)