Hubo un tiempo magico en que concebía historias con real facilidad. Era lo único que hacia y mi feliz rutina. Me agilizaba cierto dominio de técnica y cierto estilo singular. Supongo que estuvo bien, pues de otra forma no hubiera conseguido una mención honrosa. Supongo también, que lo que hice entonces fue lo ultimo que pude crear. Ya que aquella inventiva no me ha vuelto a sonreír. No podría precisar en que momento perdí el rumbo. Fue un trance bastante extraño. La costumbre de mi escepticismo demoro mi resignación. Imposible evitar ahora imaginarme menos ingenua de lo que creí. Misterios de un pasado bastante alejado. En fin he perdido el camino hacia la escritura: Lo digo mirando el borrador de un cuento que teniendolo al frente no tengo ni la más remota intención de continuarlo. Con el tiempo he sentido abatir en mí todo aquello que antes me entusiasmaba y me acercaba más a la escritura. Esta inactividad ha engendrado monstruos inmensos. La mayoría de veces me quedo estática, como petrificada frente a la hoja en blanco. Otros me da por recordar a un ser que aún no olvido. Ahora no sé si escribo, si divago, o lo que hago. Y de aquellos escenarios donde recree mis historias no conservo ni un recuerdo. No sé qué me sacara de este adormecimiento. Al inicio adivino un derrotero cautivante y el comienzo de "algo", pero esto ni siquiera describe mis sentimientos. Cada vez que empiezo "algo" creo tener un rumbo prometedor, pero se me ocurren muchas ideas en algún momento y entonces pierdo la dirección. Empiezo pero de pronto el vigor me abandona, tengo la fantasía, pero se me escapa, y si finalmente atrapo unas lineas, cada una traiciona la armonía que debiera haber entre ellas e ingreso al plano de lo absurdo. Ahora pienso en cuán grave estoy, y en cuán inútiles son mis esfuerzos. Sé que antes conseguía más sin esforzarme tanto. He recurrido a algunos amigos estos días. Solo Libertad me ha escrito, me solicita ante todo paciencia, he intenta animarme asegurando que atravieso por algo pasajero. Libertad no sabe nada de nada. ¿Qué me sacará de este letargo? ¿Quién compondrá la totalidad de mis cuentos? Los consejos no me bastan, las lecturas me parecen conocidas. Y Libertad cuenta que se encuentra en todo lo que escribo, según ella todas las veces cuento lo mismo. Mira el cuento que tengo al frente y sonríe. Un cuento que ni siquiera término y ella sonríe como si supiera el final. Esta loca.