Una gran multitud de gente, desconocida en su mayoría, alrededor del féretro azulino y niquelado, esperaban la reacción de los parientes de aquel, ese momento llegó, uno a uno fueron entrando, ¿quién de esos seria el mas cercano para el occiso?...
Nosotros sus amigos, no recordábamos a estos parientes, nunca les vimos, sabíamos que no
tuvo hijos, era la ocasión perfecta para conocer las bajezas humanas de aquellos, sus parientes…
no había llanto, ni menos rostros con algún atisbo de pena, se palpaba la ambición en ellos
nunca lo visitaron en vida, menos en su lecho de enfermo, solo supieron de su muerte y con
alegría ligera se sortearían sus bienes, era triste verlos.
Familiares que aparecieron de la nada, enfrentados uno a uno para llevar el botín del infortunado, ojalá el pedazo más grande del pastel. Nunca tuvo hijos, era más bien solitario
unos pocos amigos bastaba, no creía en el bien intencionado amor de parientes, sabia como eran. Lo comprobó unos meses antes, cuando postrado en el hospital, solo sin mas compañía de nosotros sus amigos mas cercanos y esos enfermos terminales como el.
El diagnostico fue contundente, categórico, breve y lapidario. Siempre lo supo solo se resignaba a partir, en su estado natural, en solitario…
Nosotros sus amigos, los mas íntimos, lloramos junto a él, con la noticia tan cierta nos despedimos entre sollozos y promesas, en este extraño momento.
Los recuerdos invadieron sus moribundos pensamientos, reía a ratos con nosotros, iluminando esta alma que no tenia tiempo de llorar. Nos pidió un féretro azulino y niquelado.
Para poder marchar y esperarnos allá, al otro lado de la vida adonde llegaremos todos algún día…” yo les diré, como es ahí”…
Nos decía muchas veces, nunca llego la respuesta, uno de los amigos nos contó, como se alejo lentamente de esta vida, el sonido entre cortado de su voz, la respiración y el timbre gutural de sus palabras, eran mas pausados, sonaba diferente la vida escapaba en su aliento
entonces apretando su brazo partió.
Ahí comprendimos que su partida, nos dejaría una profunda huella, en nuestras almas, el amigo el de siempre, que nos cobijó en su casa, cuando en la nuestra solo reproches y desencuentro nos cerraban la puerta en las narices, el abría su casa para nosotros, compartiendo con él, sin darnos cuenta su pena y soledad.
Ese amigo ya no estaba mas, su ausencia calo hondo, el cortejo sencillo, uno de sus deudos dijo unas palabras, como oraciones sin sentido, ni emoción, ni siquiera respiraban hondo, hablaban tan solo por cumplir, no existía sentimiento alguno y nosotros mirando sus ojos
contemplábamos como la ambición les brotaba por los poros, hablaban entre ellos de sus cosas materiales, sin respetar el momento tan solemne para nosotros sus verdaderos amigos.
mirábamos con impotencia como se peleaban por sus cosas y objetos de su casa .
Una solitaria flor llega cada aniversario, cierto es que de sus parientes no, son de sus pocos
Amigos que dejó, le recordaremos por siempre nuestros pensamientos están más vivos que nunca recordando a este silencioso amigo, amante de los clásicos, operas, danzas, libros y
Su eterno traje azul…
“dedicado a mi amigo Andrés, quien me enseñó que la amistad dura para siempre”…
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