Esas apreciaciones que haces, esa vista primera que impregna un “es…”, que deformado se queda atornillado a tu suelo, que luego se convierte en una irrelevante verdad, por mas que con el relamer del tiempo logre capturar mi verdadera esencia tu te quedas con el primer sabor amargo que amaneció en tu boca, no tengo el poder de hacerte ver lo que tu quieres ver, tampoco tengo pociones para transformarme en tu príncipe y saber detalladamente lo que piensas, pero… si pudieras darme un poco de tu tiempo, si pudieras verme con esos ojos negros detrás de estos cielos, veras que no son cuervos los que anidan mi mano, ni un lodo ni pantano reinan en mi suelo, solo charquitos de agua salada que emergieron en el silencio de una noche magra, me acuso de guardador de secretos, pues los he regalados en vista de todos, pero hacer oídos sordos es la moda para los locos.
Si me regalas la atención de tu tiempo, y no escuchas solo con los oídos, veras a un ermitaño, veras tan bien, que me vas a ver transparente, veras una figura leal, veras un lobo solitario, un enamorado de la luna que le habla en voz baja y con ternura por ser la compañía en sus noches, por ser brillo sin reproches, que a decir verdad mas de mil defectos tengo, pero a nadie quien le interese, este ser tan diferente.
Si tu quieres regalar tu tiempo, un poco de tu atención no será mal visto, mas como el agua preciso peces para tener vida, mas aun preciso tu presencia para que sonría mi alegría.
Desde siempre te aviso, que este corazón apedreado tiene sus defectos, pero si no eres acusadora, y te dedicas a templar esta alma, le das las cobijas que le hacen falta, sabrás que encontraste esa parte, de no sabes donde, que va contigo, que te dirá lo que piensa aunque a veces duela, que te abrazara siempre que en tu corazón nieva, veras al fin y al cabo que soy oro oxidado.