La mujer en la pared movió los ojos y suspiró con ganas.
En ese espacio asignado podía ver lo que pasa a su alrededor, pero no participar en ello, la frustración volvió a invadirla. A ella ni la notaban, se divertía adivinando las situaciones, mas nadie entendía su ambiente.
El pintor que la dibujo, le pinto una mirada perdida, ¿Qué culpa tenía ella de no expresar nada con los ojos?, su figura lánguida enloquecía a los críticos, pero, ¿Qué culpa tenía ella de no poseer formas femeninas más pronunciadas?, lo único en lo que todos coincidían era en su extraña belleza, una pintura que protagonizaba diferentes épocas, diferente a los demás retratos. Por supuesto nunca logró nada espectacular, la Mona Lisa seguía siendo la pintura de Da Vinci, nada podía cambiar, y ella era solo una obra maestra de un pintor, que desapareció.
Siempre soñando con vivir, con ganas de volar, ¿Un cuadro con alas?, que ridiculez, su vida entera era totalmente ilógica, nada se podía hacer. Con ganas de deshacerse de ese cuadro y salir, caminar.
Un viento fuerte la distrae y por primera vez sonríe.
La sala se ilumina y las puertas se abren, sabe lo que está sucediendo, la galería ya esta abierta.
Durante toda la mañana no hay movimiento y puede permitirse cambiar de posición, se siente incómoda, pero no puede dejar que la vean moverse, solo se lo permite a alguien que no puede verla, pero que siente su cariño con palabras y no miradas.
En la tarde un pequeñin invade su tranquilidad, pero se va, luego lo ve, justo a las 6 de la tarde, cuando los rayos del sol se van desvaneciendo, y los tonos del cielo no son constantes, él aparece.
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