Te pierdo en el respeto. Oxidado en los vértices que simulan bienestar. Blister vacío de contenido y significado. Letras que se borran lentamente de la memoria. Rayas se trazan sobre el frío mármol, alejando aquellos seres que solían ser parte de mi. Pregonás verdades de las que no formás parte. Un coagulo monstruoso sobresale desde tus fosas nasales. Nos creemos libres, independientes, emancipados. Sospecho de aquello de lo que no constituyo. Desconfío de esas alegres contorsiones que desfilan sobre los panteones de los sumisos.

Te pierdo en la confidencia. Mística hace de separador de la realidad paralela de que decís formar parte. Lapsos de irregularidades mentales vociferan revoluciones enfermizas. No soportás le presión. Nos evaporamos frente al calor de eso que una vez amamos y no supimos cómo manejar. Conciencias que son dueñas del contexto y vomitan maldiciones inofensivas sobre un enemigo ya conocido. Clonación de una estética arrasada repetitivamente.

Te pierdo en la alucinación. Una pesadilla que continúa materializándose a cada despertar. Callos, suturas y ulceraciones. Dicen que el tiempo alivia el dolor, que cura las heridas. Sin embargo, después de suspenderme en el espacio, vuelvo a percibir tu insatisfacción inexorable. Supimos regodearnos en las alturas, observando en orbita las lejanas quimeras. Remotamente distante hoy de tus espejismos que sacian el miedo de perderte en la multitud.