Abrigabas indolente tus certezas muy dentro de tus ojos solapados. Buscabas a los míos sin tristezas, sabïas que estaban atrapados. Como en un páramo, tu brisa estremecida y con tu voz pegada a mi oído, pues fue tal la prisa que diste tu abrazo, desesperada. Apenas con tu sí, mi sentimiento creó la primavera florecida cual manantial cayendo en el estío. Y fue el sol, la luna, el viento. ¡ Con el sí atrapé fácil la vida como un pez nadando en el río!
Texto agregado el 18-01-2010, y leído por 286 visitantes. (5 votos)