Para crecer hacen falta dos cosas: nacer y no morir
inmediatamente.
Parece tonto, parece fácil, pero muchos no lo logran. Y de
los que lo logran, la mayoría ni se da cuenta.
El año nuevo, la década nueva, nos trae reflexiones
extrañas a la mente. No es el paso del tiempo en sí lo que
nos afecta, sino el saber que pasa, el percibirlo momento
a momento, minuto a minuto, año por año, pero sobre todo d
écada a década.
Hace diez años ni siquiera imaginaba este momento. Dos mil
diez. Hace quince años el dos mil parecía tan lejano, casi
como un sueño que nunca sería realidad.
De niño, el futuro, no como el tiempo verbal, no como el d
ía de mañana sino como ese futuro de las películas de
ficción, de naves espaciales y robots voladores, era el
año dos mil.
Bueno, ya vamos por el dos mil diez y el dos mil es tan
lejano que con trabajos lo recuerdo.
Cuando tenía veintiún años le decía a mi novia Ana: en el
dos mil vamos a vivir en Australia, en una casa junto a un
risco, junto al mar, junto al arrecife, junto al Pacífico.
Al poco tiempo nos dejamos, al poco tiempo me fui de la
ciudad, me fui del país pero no a Australia. No. Nunca
llegué a Australia. Me fui hacia el otro lado, no el otro
lado de las noticias, el otro lado del Pacífico, el
Atlántico, lo crucé y en Europa me medio morí.
Volví a América, el continente de la luz, la luz en
América es diferente, todo es más luminoso, como que hay m
ás sol, no es metáfora; en verdad hay más luz.
Ahora vivo en China, ya crucé el Pacífico. Pero Australia
sigue tan lejos...
Mañana termina la década. Una década más de matanzas, de
avances, de dolor, de países que nacen y naciones que se
despedazan cuando antes eran lo mismo. Una década donde el
dinero tomó el control absoluto del planeta. Donde la
religión vale menos que el petróleo. La vida menos que el
papel. Donde los que matan ya no saben por qué matan y los
que mueren no se dan cuenta de nada. Una década en que mi
país se fue al carajo. Una década de mierda para muchos.
Una década de luto. Una década donde el mínimo destello de
vida, de justicia, de paz, nos conmueve como si fuera un
milagro.
Mañana empieza el dos mil diez. |