Olvidaste que,
arrimarme a tu carne,
morir bajo tu mirada
devorar tu aliento,
extender tu lecho
al universo,
para renacer cada mañana,
eran solo la vida,
nada mas importante.
Lo definitivo,
simple y no comprendido
era,sin comdiciones
pèrmanecer a tu lado
ser tu ser
recorrer las caricias del tiempo
en tu rostro.
Abrazar tu talle
desvaiendose
hacia los años.
Pero ante todo estar,
acompañar tu amistad
atender tus charlas vanas,
tus confesiones quebradas,
pañuelo de tu llanto o tu alegria.
Esta era la esencia:
brillar en tu noche oscura,
sombrearte,bajo el sol pagano.
Era ser en toda circunstancia
lo que vos quisieras,
tu pedido cumplido,
el obsequio deseado,
tu anhelo intimo,
adivinado.
Eras mi latido
metrando tu nombre.
Era ser viajero
de tu trayecto a la noche,
sin inclemencia alguna
que me perturbara.
De la dulzura a la hiel,
de la miel al desierto,
todo hubiera sido compartido,
nada reclamado,
nada exigido.
Solo amarte amante.
Vacilaste,
con el horror de pender
ante un abismo,
no supiste
ni quisiste hacerlo
de ese amor mas que el horizonte.
En el cruce de tu negativa
tu camino y el mio
hallaron un rumbo distinto.
Mutilado de tu presencia,
tu risa o llanto,
tu temblor o ansiedad,
el aroma moreno de tu piel,
vivo sin vivir.
Exiliado de vos.
Extranjero en mi tierra.
Cayendo en la nada,
mientras la noche se cierra.
a Nilda Gladys Miranda.
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