Volví a recorrer las calles donde solia verte pasar caminando. Oculté mis ojos tras lentes oscuros mientras escaneaban cada rincón, cada esquina, los bancos de las plazas, otros autos, con presición mecanica, esperaba verte.
Nadie sabrá jamás la verdadera razón de cada vuelta, cada paseo, cada aceleración del corazón cada vez que se acercaba alguien que no eras vos, en ningún lugar quizás porque en enero y el calor y no puedo ni siquiera imaginar, acariciar el aire denso del río y el sol y la verdad.
Y esto no es un cuento, es lo único que me queda para no atragantarme y morir, o peor.

A la vuelta de las vacaciones tuve un sueño y fuí feliz recordándolo mientras me lavaba los dientes.