En la noche Nadyaret vio por la tele una película donde la protagonista era igualita a ella, incluso le gustaba hacer las mismas cosas y tenía su mismo pelo, hasta el vestido se le parecía. Miró el reloj, era buena hora para salir. Caminó por las calles de la ciudad de Santiago de Chile, un montón de departamentos muy juntos se alejaba a sus espaldas, los callejones, se volvían más silenciosos, y los kiltros se hacían menos numerosos. Al llegar a cierto lugar no sintió la menor extrañeza al ver unas hermosas calles con esculturas de huasos y de generales, un escenario completamente distinto a su casa. Y a las cuadras que la rodean. Tampoco se inmutó al notar que toda la gente de esa calle era rubia, ella también lo era. Es más, en la pobla siempre le decían que tenía cara de cuica, pensó, que también Bonnie Champion Barrow la tenía.
En una calle, al lado de una iglesia se juntó con su novio.
–Clayatán, que vamos a hacer oidía- dijo mostrando sus dientes. El se quedó mirando a la gente.