El viaje.
La plaza principal del pueblo está ubicada frente a la estación del ferrocarril. Por el alboroto, el tren ya estaría estacionado junto al anden esperando sus pasajeros.
Por lo general la gente de los pueblos suele llegar con anticipación para conseguir una buena ubicación y acomodar con tranquilidad sus equipajes. Emprender un viaje no era cosa de todos los días, es un acontecimiento que modifica la rutina de una vida que transcurre sin mayores altibajos, ese es el motivo por el que son atípicas al sentir de la gente de las grandes ciudades.
Se dan cita grupos de amigos y familiares mientras los chicos corren por el anden en medio de un alboroto generalizado
En muchos casos transcurre mucho tiempo hasta volver a encontrarse y eso se nota en el rostro de la gente, en los abrazos prolongados, en los llantos disimulados y no tanto.
Los que no viajaban, ayudaban a subir las valijas y las acomodaban en los porta equipajes del vagón, eran los últimos en bajar del tren cuando el jefe de estación hacía sonar la campana que anunciaba la salida y el silbido de la locomotora confirmaba la proximidad de la partida.
Dispuse de unos minutos para acercarme al mástil ubicado en el centro de la plaza. Observé la construcción de material que formaba la base, estaba cubierta de chapas de bronce conmemorativas, la más grande dedicada a los cien años desde la fundación, y si bien seguíamos con la costumbre de decir nuestro pueblo, ya nos habían distinguido como ¡ciudad!
En el mismo lugar de siempre, envejecida, pero lustrada y en perfecto estado, se encontraba la placa que se colocó en el año 1950, año Del Libertador General José de San Martín, ese día habló para todos el Intendente más otras personas destacadas del partido, fue un día de fiesta, tocó la banda municipal y por la tarde hubo carreras de sortija y otros entretenimientos relacionados con la vida campestre.
Recordé un 9 de Julio en que fui distinguido por la escuela para izar la bandera, las manos temblorosas y el corazón palpitante por la emoción. Todos cantamos la marcha Aurora para terminar entonando el Himno Nacional. El abrazo de la directora y de mi maestra, sumado al de papá y mamá que se acercaron a darme un beso y ese grito unánime de Viva la Patria, que tanto quisiera volver a escuchar. Ya sé que eran otros tiempos, pero ¡que lindos¡
Acomodé mi equipaje y conseguí ubicarme junto a la ventanilla de la derecha, mi lugar preferido desde chico, faltaban segundos para partir, los brazos extendidos por las ventanillas tomándose de las manos, los últimos augurios de buen viaje y no dejen de escribir ni bien lleguen.
Lentamente iniciamos la marcha. Algunos que deseaban prolongar la despedida corrían por el anden, hasta quedar congelados en una imagen petrificada cual si fuera la de una postal .
Yo llevaba un libro mas algunas revistas para leer, pero preferí observar el paisaje. De a ratos nos acompañaba algún coche que circulaba por un camino polvoriento paralelo a las vías del ferrocarril, o algún criollo que plantaba su caballo frente a la formación y nos saludaba agitando su sombrero.
Nos estábamos internando en la inmensa soledad de la pampa, aún con las ventanillas cerradas se colaba dentro del vagón el inconfundible aroma del campo, el sabor salitroso de los arenales.
De a ratos sentía el alma acongojada, la tarde languidecía mientras que yo me transportaba en el tiempo, añoraba los viejos trenes, los asientos de madera, la locomotora a carbón.
Por momentos me adormecía, amaba esa tierra, era parte de mi identidad. Me acunaban el movimiento y el traqueteo de las ruedas sobre los rieles. Trataba de guardar muy dentro mío el encanto y la magia de ese atardecer. A medida que se adentraba la noche, entre sueños, veía a mamá y a mi hermana envuelta en una manta, durmiendo en su regazo.
Luces amarillentas y temblorosas iluminaban el vagón, papá me tomaba de los hombros y me acercaba a los suyos para contarme un cuento que me ayudara a dormir.
Comenzaba una nueva vida para todos, quedaba atrás el tiempo de la infancia, comenzaba un tiempo nuevo mas allá del anden catorce de la Estación Constitución.
Andre, laplume.
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