Corrían años difíciles, los inviernos eran muy duros y los pobres campesinos debían luchar por conseguir algo que llevarse a la boca.
Pero no era ese su único miedo, tenían otros mas irracionales y por tanto mas peligrosos para ellos mismos, uno de ellos eran las brujas.
A las afueras de la pequeña aldea se extendía un enorme bosque de robles y hayas, donde por alguna extraña razón la primavera duraba mas y era mas hermosa que en ningún otro lado.
Los aldeanos evitaban aquel lugar, ya que corría la voz de que en lo mas profundo de su espesura se escondía una poderosa bruja con extraños poderes.
Pocos han sido los que se atrevieron a entrar y menos aun los que volvieron, pero gracias a sus relatos podemos saber algo de como era esta extraña mujer.
Los pocos que la vieron y regresaron contaban que sus cabellos cambiaban de color continuamente , que sus ojos eran tan rojos como la sangre y que su cuerpo era insinuante y provocativo. Cuentan que su voz era tan dulce que incluso las bestias se reunían a su alrededor para escuchar su canción. Dicen que con ella siempre camina el mas grande y poderoso de los lobos, de pelaje azabache y ojos astutos.
Incluso un cazador me contó que con su hermosa voz hechizaba a los árboles, que bajaban sus ramas para protegerla del sol y que incluso el agua de los riachuelos dejaba de correr para que sus delicados pies no se mojaran. Que los pájaros le dedicaban sus mejores canturreos con benevolencia, e incluso las flores habrían sus pétalos de colores por donde sus pies descalzos caminaban.
Todos pensaban que era ella la que asesinaba a cualquier incauto que se adentrara en sus dominios, pero la realidad era que casi todos los que vieron su reino decidieron no regresar jamás a sus tristes y frías chabolas al quedar extasiados por la belleza y magia del lugar. Allí vivieron en paz bajo la protección de la hechicera, sin saber el mal que azotaba a su aldea, pues los pocos que regresaron lo hicieron para ver cono la peste acababa con sus vidas.