fui a la biblioteca. me encontré con un chino, alto y con lentes, joven, vestía informal... pensé que era un chino cualquiera. seguí caminando cuando el chino se puso a mi lado. ¿es usted viejo?, preguntó. yo tenía 56 años y estaba flaco, sin pelo y acababan de operarme... asentí. el chino sonrió y me dijo si deseaba un libro. le dije que estaba buscando las obras completas de Papini. sonrió y de su pequeño maletín sacó los cuatro tomos de Papini. me los dio con una extraña mueca en su cara... parece que se percató de mi observación y dijo que hacía mucho que tenía un especial tic que se le manifestaba cuando estaba emocionado o hacía lo correcto. qué bien le dije cogiendo los cuatro tomos del libro, colocándolos en mi vieja bolsa de cuero. el chino se dio media vuelta y se fue sin decir mas, pero, observé que seguía con el mismo tic, al ver que su cabeza seguía moviéndose hacia la izquierda como esos relojes de péndulo. no me hice mas preguntas y me dispuse a salir con los cuatro tomos hacia mi casa. cuando estaba en la puerta de entrada de la biblioteca el guardián me miró a los ojos y me preguntó si lo que guardaba en mi vieja bolsa de cuero eran libros míos. asentí. el guardián hizo una muestra de respeto, como quien venera a un viejo y me dejó salir... mientras bajaba las escaleras de la biblioteca sentí que era observado. giré un poco la cabeza como lo hago cada mañana cuando despierto y vi que el chino y el guardián estaban conversando seriamente, mirándome, como si yo fuera algo así como un fugitivo... seguí mis pasos y tomé un auto que me llevase a mi casa... entré y le di al chofer la dirección de mi casa. este volteó y preguntó: ¿es usted viejo?. asentí, y mientras el chofer volvía la cabeza pensaba en qué regalo iba a recibir... apenas llegué le pregunté cuánto le debía. nada, respondió. gracias, le dije. por nada, respondió... bajé, entré a mi casa y subí hacia mi cuarto. me senté en el sillón de lectura y abrí uno de los cuatro tomos de Papini. miré su cara y me dije que éste estaba bastante viejo. cuál fue mi sorpresa al ver que la imagen dentro del libro sonreía, asintiendo mi pregunta... pasé la página y leí el libro de cuentos sin parar por más de cinco horas... cuando me agoté, me sentí bastante viejo, pero, bastante contento... |