"...Perdón por ser como soy y no como hubiera querido ser."
Las estrellas también mueren. Existe un momento en su eternidad en que se cansan de brillar, apagan su luz, se extinguen lentamente...entonces todo acaba. Una pequeña, ligera explosión en el infinito del cielo, y el final. El adiós, la salvación. La resurrección. Se vuelven agujeros negros, opacos, sin brillo. Tan oscuros, tan profundos, que es imposible verlos. Ya ni la luz está a salvo de ellos. No se ven, pero están. No se notan hasta que es demasiado tarde.
Así es mi alma. Así son mis demonios, mis fantasmas, mi tristeza, mi alegría.
"Hay días en que siento una desgana
de mí, de ti, de todo lo que insiste en creerse
y me hallo solidariamente cretino
apto para que en mí vacilen los rencores
y nada me parezca un aceptable augurio(...)."
Nadie entiende mi dolor mejor que tú, nada refleja mi dolor mejor que estas palabras.
No, esto no es el final. Esto apenas comienza. Con cada tic-tac del reloj me acerco más a ti, me alejo más de mi. Es el suicidio que vivo cada momento, cada día, cada noche, cada lágrima.
Quizás algún día aprendamos a escribir el lado bonito de la vida. Tal vez algún día lo entendamos, tal vez ya lo entendimos hace tiempo. Y ahora no queda nada, solo el pasado, y el silencio...
(*) Versos entre comillas (") pertenecen al poema Balada del mal genio, de Mario Benedetti. |