El Ostracismo Trascendente - 02/98
Tengo el presentimiento de que Dios y mi Ángel me están mirando. Es más, sé que me miran.
La resolución de los problemas científicos, basándose exclusivamente en las leyes físicas y los fenómenos químicos conocidos, solo nos permite llegar a conclusiones simples y casi previsibles.
Con esas bases solo podemos explicar los acontecimientos que suceden a nuestro alrededor.
Pero hay problemas e incógnitas que escapan a una solución de base científica.
Por ejemplo: ignoramos si existen otras civilizaciones en la Galaxia, por supuesto evolucionadas a nuestro nivel o superior.
Seguramente esas civilizaciones, que las hay, porque todos las presentimos, quisieran comunicarse con nosotros, y muy posiblemente estén enviando mensajes a través de los espacios siderales, que nosotros no estamos en condiciones de captar.
Nuestra educación científica siempre ha girado en torno a las Ondas Electromagnéticas , el Análisis Algebraico, los cálculos Trigonométricos, y las Leyes Físico - Químicas.
En esa celda hemos vivido, y seguiremos viviendo.
Para internarnos en las Comunicaciones Interestelares, es necesario subir un nivel. Aprender a usar la Intuición, el Presentimiento, las Ondas Mentales, y el Poder que reside en el Cerebro y el Alma.
Con los medios electromagnéticos, y en distancias superiores a los 100 años luz, ninguna comunicación tendría sentido, pues serían recibidas las respuestas luego de 8 o 10 generaciones.
La única comunicación efectiva, es la instantánea. Utilizar la velocidad de la Luz, para las comunicaciones estelares, es un método extremadamente lento. Considerando el período existencial del Ser Humano, llegamos a la conclusión de que la velocidad de la Luz, es una pequeña velocidad, para la propagación del mensaje.
Y ese es el principal problema: que la vida es sumamente efímera, y, probablemente para esos menesteres, sea efímera la propia existencia de la Especie.
Por estos motivos, la factibilidad de una comunicación, pasa por utilizar otros medios que no conocemos. Tal vez el Poder o la Luz verdadera, pero, ¿como acceder a ellos?, y ¿como usarlos?.
¿Es posible utilizar la Información Primordial en estos intentos?.
Para eso no hay que pagar Royalties, ni derechos especiales de uso. Solo hay que reconocer y pedir, mas, ¿hay alguien que esté en condiciones de pedir, y que le sea concedido?
Esa es la segunda parte del problema.
Si Ud. fuera el Creador, ¿permitiría que una civilización de seres desvirtuados y despreciables, ávidos de poder y efímera gloria, entrara en contacto con otras que tal vez han llegado a la perfección, y aman a su Creador?.
Definitivamente no lo permitiría.
¿Y como lo impediría?, pues muy fácilmente: interponiendo nubes de polvo interestelar, que aislaran los intentos de los despreciables, e impidiendo toda posibilidad de manejo de sus propias unidades de Poder, modificando sus estructuras cerebrales a nivel de Especie, y cegando los centros captores de Información Primordial, destruyendo las uniones neuronales a los centros de comando.
En estas condiciones no podrán captar los mensajes personales unitarios, por estar bloqueados los centros receptores y decodificadores de información Primordial.
Pero aún nos quedan elementos periféricos atrofiados, como la Intuición, el Instinto y lo más importante: el Presentimiento.
Si estaremos atrofiados, que ni siquiera podemos presentir la Imponente Presencia.
Nos erigimos en Inventores, Eruditos y Creadores…, y recorremos el exquisito Escenario Natural, sin apreciar el Poder y la Gloria que irradia.
¡¡Pobres Seres Humanos!!, ¡como hemos perdido la sensibilidad.
Estamos tan ciegos que ni siquiera podemos reconocer al Padre Celestial, en la magnificencia de su Obra.
¿Qué nos queda por hacer?.
Lo primero que surge como una solución inevitable, es una comunicación con la Fuente.
Esto es natural, porque solo el Dios está en condiciones de autorizar una comunicación interestelar.
Y la razón es muy simple.
Porque, ¿qué es lo que estamos intentando?.
La intención de los Científicos y Astrónomos, es en esencia, comenzar a conocer y comprender el Pensamiento Total y el Sueño del Dios.
Menuda pretensión, para encararla con soberbia autosuficiencia y sin autorización.
Por el carácter incrédulo y altanero del Hombre, corremos el riesgo de no hallar vida inteligente jamás.
Además, ¿qué buscamos?
¿ Acaso otro acontecimiento fortuito como el que se produjo en la Tierra?.
¿Acaso el resultado de la Evolución, actuando sobre los compuestos vitales en algún caldo primigenio?
¿O Seres de química desconocida, potenciales devoradores de humanos, formados en teatros muy diferentes a los terrestres?.
Nuestra mente desvirtuada acepta la idea de una comunicación con androides o máquinas colonizadoras.
Si buscamos estas cosas seguramente no hallaremos nada.
Entonces, ¿qué debemos buscar?.
Antes deberíamos preguntar: ¿Qué desearía Dios que buscáramos?.
Buscar los ítems anteriores, sería una forma de negar la Creación. Sería una forma de negar la existencia de la Divinidad, y al negar la esencia última de la Creación, en ese acto negamos a Dios.
No nos amarguemos si estamos solos en el Universo: nosotros lo quisimos así.
Otro hubiera sido el resultado, si buscáramos Hermanos en la Creación. Otros Seres semejantes a nosotros, e igualmente Hijos de Dios. Otros Seres creados por la voluntad de Él.
Su Semilla sembrada en otro lugar, que hubiera llegado a un grado de perfección como el nuestro o superior.
La Semilla que crece abundantemente todos los días en este planeta, puebla la Galaxia y el Universo entero, pero no estamos en condiciones de establecer contacto alguno con ella.
Seguramente sus prioridades y sus inquietudes, sean muy diferentes a las nuestras.
Tal vez no tengan necesidad de salir a los espacios siderales a buscar contactos inciertos, y no les interese lo que ocurre en el desierto cósmico.
Probablemente comprendieron que era mejor volcar sus recursos y sus energías en disfrutar los escenarios naturales, agradeciendo la oportunidad maravillosa de vivir y ser conscientes de ello, y llegaron a la conclusión de que La Vida es una ocasión imperdible de demostrar nuestros dones y nuestras Virtudes, compartiendo nuestros logros con quienes nos acompañan en la aventura vital.
La incredulidad y la falta de Virtud, nos han condenado al ostracismo universal.
No busquemos más, pues no encontraremos lo que deseamos.
Todo lo que hay en el Universo, es solo Semilla Divina, que no les interesa a los poderosos de la Tierra, pues puede contaminar con Virtud a las multitudes indefensas y explotadas, a los pobres, los disminuidos y los que no tienen derecho de conocer a Dios, por integrar las clases de los miserables y los menesterosos.
Es mejor que nadie se entere de que existe una Sociedad así, dominada por seres desvirtuados y despreciables.
Esta ignorancia crónica de los temas trascendentes, la hemos ganado en base a nuestra pertinaz desconsideración hacia la Divinidad, y nuestra necia negación a considerarnos hijos de Dios.
Las personas son el resultado de sus propios aciertos y errores. La Humanidad como Especie, también.
La relación con el Dios, ha sido una sucesión continua de errores, sin aciertos significativos.
Aún hoy, que la Mente humana ha alcanzado un tamaño desmesurado, en relación a su cuerpo y sus escasas realizaciones, no queremos ver ni reconocer nuestro Divino origen.
¡Como lamento integrar esta casta de hombres y mujeres que ocultan su falta de respeto a lo Divino con un manto de incredulidad y de soberbia!!.
Antes que hijos de Dios, parecen sus enemigos y competidores.
¡Qué fracasado puede sentirse un padre, ante hijos tan rebeldes y renegados.
La indiferencia Cósmica es nuestro peor castigo, así que no intentemos contactos con civilizaciones extraterrestres, pues esos Seres, podrían creer en Dios, y ése constituiría el primero y principal de nuestros fracasos: comprobaríamos con dolor, que las Civilizaciones Avanzadas, no reconocen la Coincidencia de Hechos Fortuitos, ni la Selección Natural, como el Origen de la Vida y de todo lo que Existe.
Estas consideraciones, los relegarían a la categoría de Seres estúpidos, con creencias sin fundamento Científico, que no merecen el esfuerzo que hemos hecho para comunicarnos con ellos.
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