22.08.2002
Administraciones Transitorias
Si consideramos que estamos habitando un Planeta, en el cual, todo proceso como la Vida y los Fenómenos Climáticos, tienen un principio y un final, e incluso los cuerpos materiales sufren un deterioro paulatino que los lleva a una degradación estructural que culmina en desaparición, no es posible concebir existencias eónicas de componentes concretos.
La discrecionalidad de la Materia, conlleva cambios continuos que concluyen e implican, creación, destrucción y transformación, en procesos que afectan a todo conglomerado real.
En una apreciación primordial, la existencia de todo Ser Vivo, es una administración transitoria de Funciones y Sentidos de la Unidad Biológica, que impliquen Supervivencia, e Intercambio con el medio.
Para estos menesteres ha sido dotado de Facultades; y en el caso de los Animales Superiores, cuentan además con Atributos y Potestades.
Estos le permiten desarrollar el Instinto, el Sentimiento..., y en el privilegiado Ser Humano, el Pensamiento.
Estas características del Humano, le han permitido despegarse de sus congéneres menos favorecidos, y, considerarse fuera de la categoría Animal, porque él es Humano.
Lamentablemente, en los tiempos que transcurre la existencia planetaria, estamos comprobando en carne propia, que entre los que se consideran Individuos Sociales, hay muy pocos Seres Humanos.
El carácter transitorio de la administración, convierte la Existencia en un fenómeno efímero.
Esto implica que todo Ser Vivo, tiene una interacción Ambiental, y en el caso de los Humanos, Social, que abarca un cierto período de tiempo.
Durante ese tiempo, el Ser deja una huella, que es una afectación del medio donde desarrolló sus actividades, ya sea extrayendo nutrientes, depositando los desechos, las semillas, etc.
Se le llama Territorio.
El Territorio se extiende, en principio, hasta donde el Ente puede llegar por sus propios medios.
Es incorporado por éste, como parte exógena de su Ser, y considerado espacio exclusivo propio, del entorno.
El territorio es la parte del medio, que el Individuo necesita para el desarrollo de sus tareas de Supervivencia.
Esta definición primordial, que ha permitido la coexistencia desde el principio de los tiempos humanos, ha sido violada por el Hombre.
Este, escapando a todo encasillamiento genérico, cambió las reglas del juego unilateralmente, sin medir las consecuencias.
Estableciendo en un principio, como territorio, a la superficie que puede dominar o sobre la cual puede ejercer control y autoridad.
Como para esos menesteres emplea a sus semejantes, sus dominios efectivos, pueden extenderse a enormes zonas.
En muchos casos, como titulares de Empresas o Corporaciones Internacionales, esos dominios abarcan Condados, Países, y hasta Continentes.
Toda ampliación de territorio, fuera de los márgenes primordiales de necesidad y supervivencia, implica una invasión de territorios ajenos, pero las áreas enormes, que comprenden los espacios individuales de cientos o miles de entes, comprometiendo la existencia misma de esos habitantes, representan imposición, avasallamiento, ocupación usurpación y sometimiento.
Estas situaciones nuevas, provocadas por poderosos seres humanos, desafiando el marco natural, e instalando barreras artificiales, respaldadas por la Ley, han creado graves desequilibrios distributivos, que atentan contra la convivencia social y civilizada.
Hoy, el territorio individual, no existe, porque todo espacio exógeno, paga tributos, tasas, impuestos, aún en ausencia de sus ocupantes.
Los mejores espacios planetarios, están legalmente catalogados como Propiedad, y vedados al uso de personas no autorizadas.
Eso implica que no se puedan emplear ni siquiera en tareas de supervivencia.
La complicación de las concreciones sociales modernas, da lugar a la superposición, invasión, coincidencia, veda, exclusión y aplastamiento de territorios, además de expulsiones, traslados, asociaciones, recortes, supresiones, compras y ventas.
El coto individual exclusivo, ha desaparecido.
Hoy los actores se mudan, trasladan, emigran, y cambian de asentamiento muy frecuentemente.
Al no haber identificación con el medio, el arraigo ni la querencia existen.
Así, la idea de territorio se volatilizó y surgió la de casa habitación.
El fenómeno ciudadano de superconcentración de individuos, ha dado lugar al surgimiento de construcciones verticales, que, asombrosamente, permiten compartir un espacio superficial mínimo, entre decenas de familias o grupos humanos, con el máximo confort, y sin interacción alguna.
La casa habitación, es un territorio de existencia, que solo permite la supervivencia, con un abastecimiento externo.
Es algo así, como el mínimo territorio funcional, o el límite del área vital.
Es el precio que ha pagado el Animal, para convertirse en Humano.
Hoy vive en ciudades, circulando por lugares donde se chocan unos con otros, comparte catafalcos viajeros, apretujado y hacinado con otros especímenes, y se agrupa en lugares nocturnos, respirando el aliento, los gases y los vapores, emitidos por semejantes desconocidos, con quienes coincide en el recinto.
Esto le acarrea incomodidades, contagios y riesgos, que conforman todo un capítulo nuevo en las relaciones humanas: el verse expuesto a agresiones, enfermedades, y todo tipo de situaciones imprevistas e indeseables, como aguantar la lata de una persona con problemas, o el lamento y la lista de padecimientos de una persona con múltiples afecciones.
Así se llega a una paradoja, que es una situación casi cómica: Mientras el Hombre intenta expandir su conocimiento hasta el límite de lo posible a nivel cósmico, sus espacios reales a nivel social, se van reduciendo a su mínima expresión.
Esta es una consecuencia insalvable, del establecimiento del mercado inmobiliario, donde los territorios se cambian por dinero.
Hoy, algunas personas tienen en propiedad, vastos territorios, mientras vastas multitudes, no pueden acceder a un espacio vital.
Este desequilibrio superficial, no es un buen augurio, en lo referente al futuro de la Especie.
Los espacios vitales, comprimidos por la presión de los grandes territorios, no permitirán la existencia individual, y los especímenes, sin un basamento real, perecerán.
Al cesar el flujo de fluidos humanos, a los estómagos de los grandes caníbales, éstos serán digeridos por sus propios jugos gástricos.
El fin está cerca.
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