Los labios ajados, un desierto contra la lengua, amarga la saliva impregna de hiel el olfato y una nausea ascendente y punzante arroja a Daniela de la cama, tres bocanadas de vomito, el cabello suelto, recién embarrado en una bilis amarilla, cuyo olor devora todo el espacio; los ojos lacerados por la luz de un sol matutino, empeñado en abrir ventanas y espantar murciélagos; el característico dolor de cabeza, que conlleva la resaca trepa por su columna vertebral y lenta pero inexorable se apropia de toda su realidad, aun lleva puesta la ropa de calle, aun puede sentir el ruido de la noche, el olor a hastió, el ruido ciego que embota las noches de vino y tabaco.

El agua recogida entre las palmas de las sucias manos, salta contra el rostro de Daniela, el bálsamo refrescante solo dura unos segundos, la casa sigue desordenada como todos los días, desde hace ya tres meses, que se instalo el infierno, un día toco a la puerta y se adueño de su realidad, una realidad de anfetaminas, ron, sangre en los labios, sexo en hoteles baratos y el diagnostico de un avanzado cáncer de seno, en la gaveta izquierda de la recién vomitada mesa de noche.

La idea de una ducha se desmorona con el primer sorbo de tequila, una mano temblorosa tantea el piso en busca de la cartera, un gramo de perico surge de la afelpada billetera y el primer pase del día; a pesar de la jaqueca, bien recuerda que hoy se cumple el plazo para desalojar el cuarto; los ahorros no son mas que un recuero, junto con la foto de sus difuntos padres y solo le queda esperar los dolores, el frió de la calle, y al final la ansiada libertad.

Un maletín con unas cuantas mudas de ropa, un sombrero de terciopelo rojo, la botella de tequila y una cajetilla de cigarrillos mojados; una lenta lagrima recorre su rostro y sobre la mesa de noche, un contestador saturado con tres meses de llamadas no contestadas y mensajes nunca escuchados; el primero era una llamada del hospital, en la cual un doctor de voz nerviosa ,pedía a Daniela se comunicara urgentemente al hospital pues “cometieron un grave error” y confundieron los diagnósticos de varios pacientes.