La eternidad es una de las raras virtudes de la Literatura
Adolfo Bioy Casares
Última crónica en dos parte de 2009
Mientras se acercaban las pasadas fiestas de Navidad, el mes de diciembre me otorgó otro placer más, el de asistir invitada a la entrega del Premio Quijote de las Letras Españolas, organizado por la Sociedad Colegiada de Escritores de España, que por voto secreto entre los escritores afiliados, otorga a un escritor. Si cabe resaltarlo, este Premio es el de mayor galardón intelectual y literario, al ser concedido por escritores, entre escritores, y a un solo escritor.
El acto estuvo conducido por su Presidente, el escritor Juan Mollá; el Secretario General, Andrés Sorel, y otros miembros, personalidades y escritores del vasto panorama cultural español e internacional. El galardonado, Antonio Gamoneda, vio premiada y reconocida toda una obra, esfuerzo y trabajo de creación a favor de la Literatura. Trescientos escritores de toda España coincidieron en este Premio a las Letras.
He tenido la oportunidad este pasado año de estar en dos ocasiones diferentes con el galardonado, Antonio Gamoneda, y en las dos ocasiones he apreciado la misma sencilla transparencia que hace del Poeta un hombre, y de lo humano pura poesía. Y al recoger el premio sus primeras palabras nos hablaban de esa “extraña matemática” de las votaciones: que sí, o no…, para decirnos que cualquiera podría estar ahí, como lo hacía él, recogiendo el premio. Y esa era la coincidencia que esperaba compartir. Recordó a Francisco de Ayala (primer Premio Quijote de las Letras), expresando ciertas dudas de que el Premio llevara también el equipaje de una vida tan realizada y larga como la de Ayala. Y regresando al premio, y sin dejar de agradecer en todas sus palabras el reconocimiento a su Obra, nos instó a los congregados, más voluntad de que nuestra escritura sea más representativa de un mundo mejor, un mundo más justo.
Los escritores hasta ahora galardonados con este Premio han sido:, Francisco Ayala, Ana María Matute, José Luis Sampedro y Miguel Delibes.
Al día siguiente, en Casa de América, participé en la presentación DEL NÚMERO MONOGRÁFICO 114 DE LA REVISTA REPÚBLICA DE LAS LETRAS, dedicado al escritor cubano, Virgilio Piñera. En esta ocasión la presentación corrió a cargo del Secretario General de la Asociación de Escritores de España, Andrés Sorel, y del escritor cubano, Antón Arrufat.
Virgilio Piñera es una de las figuras más representativas de la Literatura cubana, junto con Lezama Lima, que ha heredado, como afirmaba, Andrés Sorel, el hermoso país que es Cuba. Este monográfico, iniciativa de Sorel, que reúne la colaboración de numerosos escritores, tanto de Cuba, como de España, se favoreció con la ayuda de Antón Arrufat, gran amigo y conocedor de la obra de Virgilio Piñera.
En la presentación del escritor Piñera y su obra, Andrés Sorel nos recuerda que “la palabra es la que une, la que nos define y la que otorga al libro su valor de pensamiento”
En la revista podemos encontrar una breve biografía del escritor, nacido en Cárdenas, provincia de Matanzas, en el año 1912, de familia humilde, que a pesar de lograr una matricula gratuita no llegó a terminar la carrera de Filosofía y letras, que emigró en el año 1946 a Argentina. Que pasó hambre y frío. Que con sus escasos recursos fundó la revista Poeta (de la que sólo se publicaron dos números). Que tuvo sus discrepancias con el grupo Orígenes. Y que por fin, en 1968, obtiene el Premio Casa de las Américas, por su obra “Dos viejos pánicos”. Virgilio Piñera murió solo, pobre y marginado, por su condición de homosexual. Todavía quedan cientos de páginas por él escritas sin publicar. Su obra principal publicada en Poesía: “Las furias” (1941) “La isla en peso” (1943) “La vida entera” (1968) Una broma colosal (1988). En Teatro: “Electra Garrigó” “Siempre se olvida algo” y otras muchas. Tiene cuentos y relatos: “Cuentos fríos” “Muecas para escribientes” entre otros. Y tres novelas publicadas: “La carne de René” (1952), “Pequeñas maniobras” (1963), “Presiones y diamantes” (1967).
Entre los escritores que nos acercan a su obra, podemos encontrar a Goytisolo, Leonardo Padura, José Lezama Lima, Maria Zambrano, Gombrowicz, Arrufat. Un monográfico que reúne más de 240 páginas.
Y en esa búsqueda Virgilio Piñera nos dice:
“Soy el soldado desconocido de unas pequeñas maniobras, cuyos escenarios son las calles de mi ciudad; su materia, mi sangre gota a gota, y mi salud es el deseo angustioso de pasar desapercibido” para finalizar con estos versos:
”Ahora callados por un rato,
vimos ciudades deshechas en polvo,
arder en pavesas insignes manuscritos,
y el lento cotidiano gotear del odio
(…)
Pronto nos pondremos a conversa.
No encima de las ruinas, sino del recuerdo.
Porque fíjate: son ingrávidos
y nosotros ahora empezamos”
La escritura es un exilio silencioso, el escritor en cambio es un corredor de obstáculos, siempre en búsqueda del conocimiento, ya sea a través de uno mismo o de la observación de un entorno que se multiplica a medida que avanza en la escritura.
Y finalizo esta crónica o esbozo de unas jornadas ricas espiritualmente, con la siguiente reivindicación de los escritores frente a su creación:
“Respeto a nuestro trabajo, sin el cual, la sociedad se empobrece. Exigimos seguridad. Seguridad para disfrutar de una justa compensación a nuestro esfuerzo, y que se impida que algunos, bajo la bandera del libre acceso a la cultura, se enriquezcan apropiándose del trabajo ajeno.
Nos parece valiente y proporcionado impedir la actual competencia desleal de quienes se enriquecen en la Red con obras robadas a sus autores, aprovechando vacíos legales e innovaciones tecnológicas. Y nos parece adecuado que se haga con todas las garantías legales, incluso para los que vulneran sin escrúpulos nuestros derechos.”
Alicia Cora (maravillas)
Víspera de Reyes, 2010
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