Esa fría tarde de primavera el viento le helaba la cara. Lo distinguió de lejos, él la estaba esperando.
Le dió un beso en la mejilla, nunca se había sentido tan a gusto en un lugar deconocido.
Sintió la paz que rondaba en el lugar, caminaron por el sendero de plantas que los llevaron hacia el fondo.
Él la presentó y ella puso su mejor cara de simpática (se moría por agradar).
-Hola
-Hola- respondió ella. Rió con ganas cuando ese hombre de bigote grueso agitaba en el aire un gran pescado cortado al medio, ofreciéndoselo.
Que simpático, pensó asombrada , ya que no se esperaba ningun tipo de gracia proveniente de ese hombre mayor, con aspecto duro.
Luego de una breve charla y presentación, él la condujo hacia el interior de la casa.
Subieron la escalera, él se recostó a mirar televisión. Ella se sentó a los pies de la cama, observó cuidadosamente cada detalle de aquella pequeña habitación de madera, la piel de oso del piso, el cuadro de Scarciana, el poster de The Ramones pegado en la pared. Se sentía nativa de esa habitación en la que nunca antes había estado.
Él la observó un momento, le hizo señas de acostarse a su lado, ella, feliz, se acurrucó junto a él. Miraron televisión.
Ella volteó, él la besó en los labios, ella devolvió el beso. Poco a poco fueron despojandose de la ropa, suavemente él le sacó el suéter, le desabrochó el pantalón. Ella le sacó la remera, observó su torso desnudo, él recorrió con las manos sus piernas, su vientre, su cuello, su pelo.
La ropa desapareció. Ella lo recorrió por completo, sintió el peso de su cuerpo sobre el propio, sintió su olor a hombre, el calor de su piel. Estudió los lunares de su espalda, sus meucas, sus gestos.
Jugaron al amor entre esas sabanas azules, muertos de risa. En la televisión pasaban rapido y furioso 2.
Se vistieron juntos, ya era de noche. Ella se miró al espejo, se acomodó el pelo, él la abrazó, la besó en los labios. Bajaron al escalera. Él le pidió un remis.
La calle estaba vacía, él contra la pared, ella abrazada a él. Lo besó una y otra vez, porque cada beso lo atesoraría más tarde entre los recuerdos más preciados, en su lugar favorito de la memoria.
Lo besó por ultima vez, luego subió al remis. Desde arriba volteó para observar una vez más al hombre que amaba de espalda, volviendose a perder entre las plantas
Camino a casa, con una sonrisa en la cara, dichosa, pensaba en como esa fría tarde de primavera el viento le helaba la cara...
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