El mochilero
No había otra forma de vivir ,mas que recorriendo en largas miradas los potreros infinitos y los pequeños rincones donde se iba construyendo su historia en esos acomodos vivenciales de la memoria .
Había dos caminos en su mente y sobre el puente que unía a los dos pueblos cordilleranos, un solo destino. Tenía que elegir que dirección toma . Para Este o para el Norte .
En la mochila de su mente se iban acomodando las incertidumbres que traía el Este, y también algunos temores escondidos en el desafío que se estaba planteando.
Por otro lado el Norte lo llamaba con la tranquila vos de lo conocido , donde había rutina, comida y todo lo otro.
El rio Bio – Bio tenía pocos metros de profundidad , pero la distancia a la parte superior del puente donde estaba el mochilero , permitía verlo y apreciarlo gigante de movimientos y pausado de calmas en sus aguas poco caudalosas nacidas en pétreos silencios cordilleranos y en otros terrenos transformada en poluta vorágine antes de entregarse al mar .
Los remansos del rio bañados de antigua paciencia quietos en su verdor , como ojos de mujer amada ,fueron quienes resolvieron que el mochilero que estaba a punto de atravesar el puente y encontrarse con el camino disyuntivo , diera el giro hacia el Este
Un camino como dije, era el camino de siempre , que conducía al pueblo de Santa Bárbara y mas allá siguiendo la carretera Panamericana Sur ( Chile) a Los ángeles , Santa Clara , Bulnes ...
Llegando al final del puente el mochilero giró hacia el Este, donde lo esperaba el sonido extraño de la palabra Trapa –Trapa grabada en los tímpanos de su infancia de tanto escucharla desde sus amigos Poblete .
Era su destino ¡
Trapa-Trapa tuvo la fuerza del viento que le dio el impulso para dar sus primeros pasos que se fueron amigando a nuevas miradas vegetales que desprendían una arrogancia abrazadora y delicada que le fue desatando sus temores primeros , cuando estaba allá , sobre el puente tratando de imaginar lo desconocido.
Trapa Trapa , reducto cordillerano , alma vegetal del silencio no colonizado ni deseado por la codicia humana .Allí florecía el aliento original del bosque indígena henchido de perfumes y acantilados y en sus intimidades musgosas ,donde sus raíces iban a beber con sus bocas xilémicas , se iba gestando el amanecer de las sombras pegaditas a la ribera del rio Queuco .
Si Usted hubiese estado allí, amigo mío, bajando y subiendo las pedregosas huellas cordilleranas , con el rio allá abajo pintado de profundo verde en sus recodos y en otras , escondiéndose en la falda de los Raulíes ( Nothofagus oblicua) estoy seguro que su corazón palpitaría hoy junto al mío , recopilando años de ausencias para llenarlos otra vez de soles y libertades .
El mochilero , había atravesado el umbral de su yo sin darse cuenta, y estaba entrando en un espacio colonizado a cada paso por patitas vegetales que lo iban transportando a la cuna de su ser en cálida transmutación espiritual .
El poder natural de la belleza original estaba en su cuerpo y a pesar de haber caminado kilómetros no sentía cansancio y tampoco lo roían las preocupaciones .En esto iba cuando en el camino solitario hace sólo un segund , vio caminar a un hombre que llevaba las pausas del viento en su andar donde se desacomodaba su juventud pasada y en sus ojos guardaba una mirada de montaña de profunda claridad .
Continuará....