En tus caderas quiero descansar mi voluntad
Y en tus firmes pechos dejar caer mi nimiedad
En tu boca calmar esta sed de haragán
Y en tus finos ojos dejar morir mi vanidad.

En tu espalda bendita quiero ser un vil impío
Y en tu cuello, de tanto beso, contigo enemistar
En tus piernas resucitar susurrando un desvarío
Y en tu terso vientre mi camino terminar.

En tu cintura quiero desahuciar la mesura
Y con tu cuerpo dar muerte a la cordura
En tus manos reencontrar el desenfreno
Y en tus labios poder aunar todo el deseo.

Mujer no dejes la puerta entreabierta
Que en ti son segundos la vida eterna…