Amanecí con tu nombre enredado en mi boca
Con tu cintura esculpiendo mis sueños
Con tus caderas humedeciendo mis manos
Y con tus piernas amarrando mi mundo entero.
Desperté con tu silueta abarcando mi cama
Y tus pies descalzos acariciando las sábanas
Miré y no encontré más que tu fantasma
Despidiendo el zumo rosa que dejaste adolorida
Abrí mis ojos en una mañana con olor a tus manos
Y con las cortinas encubriendo la noche ingrata
Que dejó entre los recovecos de mi habitación
El dulce color de tu piel morena y malvada.
Me levanté pensando que ya eras mía,
Y me tropecé con el orgullo cuando
me di cuenta que todo fue una historia
de mezquinas ilusiones más una mentira.
Texto agregado el 05-01-2010, y leído por 169
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