Mírame y quédate en silencio esta noche
de estrellas esquivas y luna adormecida,
donde la oscuridad juega su arremetida
y el alba reclama al astro rey con reproche

Bésame y no vuelvas más a perecer,
Que el presente ya nos viene incierto
Y las aves preparan atentas su concierto
de desconcertante trinar al amanecer

Envuélveme en tu pecho golondrina,
Y blasfema contra el enemigo de la noche
que nos quiere secuestrar nuestra humilde
tibieza, de caricias y dulces olores.

Reclama en mi boca tus ensoñaciones
y abandona la cordura del alba mezquina
que todo lo abandona con luz mortecina
lanzándonos al mar de ajenas ilusiones

Enceguece mi deseo en tu bajo vientre
Y que el tiempo a mitad de noche se detenga
Para que la aurora sea sólo una monserga
y nuestras manos, en su intento, no secuestre.

Róbame el alma por asalto y sin tribulación
Y empequeñece con tus caderas el albor
Que amenaza con intempestivo ardor
La cómplice penumbra de nuestra habitación.

Toma con tu mano mis suspiros
Para empañar de sudor esos vidrios.
Y revistiendo mi sensatez con tu delirio
haremos que el sol yerre en su camino.