Me senté en la misma silla en donde se había sentado una mujer a la que le habían asesinado a su hijo y que después de aquel desgarrador suceso y no soportando tal tragedia, se suicidó. Al instante, una sensación pesarosa abrumó mi alma y transcurrieron varios días antes que ese estado me abandonara.
Más tarde, me acomodé en una silla de ruedas que había ocupado unos meses antes un señor inválido, fallecido hace poco. Esa tarde, mis piernas parecieron sufrir una especie de desmayo, mis brazos fueron incapaces de separarse de mi cuerpo. Así permanecí por un par de días, hasta que la movilidad regresó a mis miembros.
Pero este vicio que me embarga es obsceno. Me he recostado en los lechos de varios recién fallecidos y cada uno pareció traspasarme sus postreros sufrimientos. De hecho, busco con afiebrado afán, objetos personales de finados, los utilizo y ellos me cuentan su desgarradora historia.
Incluso, me arrimé a la pared en la cual fueron ajusticiados cientos de seres. Aunque parezca increíble, miles de saetas multicolores parecieron herir mi cuerpo y visualicé rostros ajenos y sitios extraños.
Esta exacerbada sensibilidad mía, me conmina a buscar eternamente aquellos despojos, esos lugares y tales objetos, los que sirvieron de escenario para los que ardieron en su propia flama.
Un tipo de aspecto desgarbado se aproxima a mí. Está oscuro y pienso que yo debería estar en otros menesteres. El tipo sonríe con malévolo gesto y saca de entre sus harapos un cuchillo, el que brilla tenuemente a la luz de los faroles. Me asaltará, eso está claro. Yo nada poseo, sólo esta morbosa inquietud. Se abalanza sobre mí y esgrime el arma. Pero, su brazo queda congelado en el aire, su mano libre repta hacia su pecho y luego, el tipo cae y queda tendido con sus ojos en blanco.
Recojo aquel afilado cuchillo y lo coloco en mi mejilla. No hay caso, este vicio me atrapa y me obliga a continuar con mis rituales. Me alejo. Me alejo siempre. Soy la parca y siempre vagaré en pos de los despojos que he sembrado por milenios en cada rincón de la tierra…
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