UN CUENTO DE NAVIDAD
En la víspera de la Nochebuena, mi amigo Julián, el cura viejecito,
que tantos años estuvo en el hospital, acompañando a enfermos y
moribundos, me envió, como una especie de felicitación, este cuentecito, tan tierno y simpático, que he querido ofrecéroslo, en su nombre y con su permiso. Él lo titula:
¿QUÉ QUIERES?
-¿Quieres que te cante, mi Niño?.
-Tú no, y perdona. Es que lo haces muy mal. Desafinas mucho, Julián.
Mi mamá, María, sí que lo hace bien. También lo hacen estupendo, los
ángeles, que me han visitado. Pero tú, para una Coral no tenías precio.
Bien veo tus intenciones, tus cariños, tus deseos…Son para agradarme, ya lo se.
--¿Quieres juguetes, mi Niño? ¿Cuáles prefieres? ¿Qué golosinas, qué
chuches?...
--Ya se, dijo el Niño, que hasta el sol, la luna y las estrellas, estarías dispuesto a traerme… ¡Piensas que tengo frío!...Y, a escondidas, el otro día y sin que nadie te viera, guardaste, para mí, en tu mochila, un poquito de viento, un poquito de mar, y un buen trozo de sol…, media luna y una estrella… Y dejaste sin meter, más cosas, porque no te cabían en el morral…¡Y todas me las querías traer!...
Corriendo, corriendo, llegué buscando el portal…
Y…¡no estaba el Niño!...¡Qué susto! ¡Mi Niño!...
Entonces, oí una voz que decía:
--Lo han sacado sus padres, María y José, un momentito, para que tome el sol, me dijo un ángel vestido de azul. ¡Tranquilo, hombre, tranquilo, que no pasa nada…
--¡Qué susto, mi Niño, qué susto más grande!.
--Querían ver la campiña y el río, y aquel corderillo blanco, recién parido, que le ofrecieron, hace unos días, los pastores…
Y, al fin, llegó el Niño, en brazos de María. Y de pronto, entre la hierba, apareció un caracol, que empezaba a sacar sus cuernos…
Y Jesús, tan listo, seguro, por dentro y por lo bajito, en un susurro,
Decía:”caracol, col,col…Saca los cuernos al sol, que tu padre y tu madre, también los sacó”…
Y, también surgió, de pronto y medio soñoliento, un coquito rojo, con puntitos negros…
--¿Quién eres?...¿Cómo te llamas?
--Me llaman, me da un poco de vergüenza decirlo, el “coquito de Dios”… ¿Quieres verme mejor?...
--Sí, sí, que me encanta…
Y el coquito abrió sus alas y voló… Y fue a posarse en las manos del Niño…
--Qué cosquillas haces…qué risa!!...
El coquito, mirándole a los ojos, le fue contando los dedos. Él no sabía
Que le estaba contando los dedos a Dios…¡Cómo iba a sospechar algo tan grande!.
--Adiós, coquito lindo, le dijo el Niño…
Yo también se lo dije….Y el bichito llevaba en sus puntitos negros, que brillaban, el adiós que se va y que se queda, el de todos, el de los niños, el de los jóvenes y el de los viejos, el de todos los que no habían podido llegar al portal…
Yo me puse triste. Tenía que marcharme. Había que llevar consuelo a un enfermito, que me esperaba…
Y entonces, como con enfado, le dije a sus padres:
--¿Dónde habíais llevado al trocito de sol, al cachito de mar y a la frescura del viento?...Mirad, le traigo este tarrito de miel y este pan blanco…Todo es para Él…
Pero José me dijo:--Anda, llévatelo. Hay más niños que el nuestro.
Al primero que veas en el camino, se lo das de nuestra parte, y de la tuya. Se lo ofreces con cariño de amigo, de hermano…
Y todos sabemos que el pan, compartido, sabe más a trigo, sabe más a mieses, a trabajo honrado, sabe más a cielo…, sabe más a amistad…
Comparte, amigo, amiga, tu pan, tu vida y tus sueños…, no sólo en estos días, porque es Navidad…
Navidad ha de ser siempre, en todo tiempo, todos los días de la vida, y en primavera, y en verano, y en otoño, y más si cabe, en el crudo invierno, cuando los hermanos pobres pasan más frío…
--¡Gracias, Niño,… gracias, cielo…, gracias, mi sol…Gracias, familia…,gracias, cachito de pan…
Comeremos… y, alzando una copa, brindemos por la vida, la alegría, el bien y la paz…
Y no olvidemos que todos los días de nuestra vida, deben ser
Navidades de amor…
Escrito en la Nochebuena del año 2009…
Fdo.-Julián López Santolino….
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